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La campana de la iglesia de Herrera de Ibio, en Mazcuerras, vuelve a sonar por la noche, aunque ya no lo hace cada treinta minutos, sino cada hora. La presión de un grupo de vecinos ha obligado al párroco Adrián Sainz a dar marcha ... atrás en su decisión de interrumpir el tañido del reloj entre las 23.00 y las 08.00 horas tras la petición de la dueña del alojamiento rural ubicado junto a la iglesia.
Con la idea de contentar a ambas partes y evitar una polémica que ha dividido al pueblo, el sacerdote ha optado por reducir a la mitad el toque de la campana en horas de descanso. Pero la medida no ha gustado a la gerente de la casa rural, «que nos ha comunicado que va a presentar una denuncia».
El párroco, que niega haber estado escondido estos días, asegura que cuando quitó el toque del reloj por la noche lo hizo «de buena fe». «El domingo 24 de julio anuncié en la misa la decisión y tres días después me llamaron para decirme que había convocada una manifestación con cencerros». En ese momento pensó que quizá se había «precipitado» en su decisión y optó por volver a activar el reloj de noche, pero se fue de vacaciones y no llegó a hacerlo «porque no sabía como se volvía a poner».
Antonio Arribas | Delegado de Medios de Comunicación del Obispado
A su regreso de las vacaciones, el domingo pasado, se topó con una manifestación delante de la iglesia. Pero no llegó a dar la misa por encontrarse en otra parroquia. Al día siguiente fue cuando apareció la pancarta que aparece en la fotografía que acompaña esta información y esa misma noche volvió a activar el reloj, pero para que tocase cada hora. «El miércoles quitaron la pancarta. Se ha creado un revuelo mediático, creo que por falta de noticias. Es una absurdez. La gente que reclama esto no aparece por misa y apela a las tradiciones. Estamos en el siglo XXI. ¿A qué llamamos tradición? Porque tradición es ir a misa los domingos y los manifestantes no van. Tradición es ir al lavadero a lavar la ropa, y todo el mundo lava en la lavadora. Ese reloj se puso hace mas de un siglo para orientar a la gente del campo».
Una vez que la dueña del alojamiento rural -que no quiso pronunciarse ayer- presente la correspondiente denuncia, el sacerdote explica que tendrán que someterse a la Ley del Ruido, que recoge que durante el horario diurno está prohibido superar los 35-40 decibelios y durante el nocturno, los 25-30. «El toque de campana manual, aunque sea con martillos eléctricos, está protegido por la ley como Patrimonio Cultural Inmaterial, pero el toque del reloj no. Es decir, puedo tocar a misa, a fuego, a tormenta, a muerto, a bautizo, toques tradicionales que se conservan. Pero la Ley del Ruido protege el descanso, que está por encima del reloj», apunta Sainz, que es partidario de que se mantengan las costumbres pero también entiende que estamos en otro tiempo y «no hay que abusar de las cosas». «No podemos medir las tradiciones según nuestros propios intereses», sentencia.
Desde el Obispado secundaron la decisión del párroco de apagar el reloj por la noche, en virtud de esa Ley del Ruido, y creen que «debía haberse mantenido la medida ante la queja de la dueña del alojamiento, porque si van a medir ahora los decibelios de la campana puede que supere los permitidos. Entonces hay que pagar una multa, de hasta 3.000 euros, y apagar la campana», según reconoce el delegado de medios de comunicación de la Diócesis, Antonio Arribas.
Tras vivir una experiencia similar durante su estancia en la iglesia de Montealegre (Sámano), Arribas asegura que «si hay una queja hay que atenderla porque hay una ley que busca la salud de las personas».
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