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Mediodía en Carmona. Sol y sombra. Faltaban cinco minutos para que comenzase el acto en el que el pueblo cabuérnigo iba a recibir oficialmente la placa que le acredita como miembro de la Asociación de Pueblos más Bonitos de España. Los políticos a un lado ... y los vecinos al otro. La barra del bar en la calle y un murmullo circulando entre la gente. El vicepresidente del Gobierno de Cantabria, Pablo Zuloaga, la consejera de Turismo, Marina Lombó, el delegado del Gobierno, Eduardo Echevarría, la diputada socialista Natalia Cobo, el alcalde de Cabuérniga, Nicolás Toral, y diversos regidores de la zona Saja-Nansa acudieron a festejar con los carmoniegos el éxito de su pueblo. Pocas veces los vecinos de Carmona han aplaudido tanto como ayer o sonreído tan anchamente. Estaban contentos y gozosos, pero no sorprendidos, porque saben que su pueblo es el más bonito y que el mérito lo tienen ellos. Eso se repitió mucho ayer, que «Carmona es lo que es gracias a sus gentes».
Lo dijo el alcalde, Nicolás Toral, quien de paso recordó que fueron los miembros de la asociación «quienes nos vinieron a buscar» y que para formar parte de este colectivo hay que cumplir «más de cuarenta criterios». Apuntó que era un lugar de «chimenea y guisos en invierno y vecinas regando las plantas por la 'tarduca' en verano». Y es que ayer salió a relucir el carácter de la montaña, el peso de las piedras que sostienen las calles y el orgullo sano de pertenecer a algo más grande que uno mismo, lo que, dijeron, «no podemos permitir que se pierda».
En el acto, se homenajeó a varios vecinos mayores, recios y de pómulos curtidos por el sol. Al matrimonio «más longevo del pueblo», formado por Jacinta y Leoncio. A Feliciana González y Cristina, las mozas que bailaban en las fiestas. A Escolástico, «que hace dos días estaba haciendo cucharas por las callejas del pueblo». Y al que ya es referente de la canción montañesa, Benito Díaz, que se arrancó a cantar y no había quién le quitase el micrófono. «Ser carmoniego no es cualquier cosa», decía. Todo con 'u' final.
El presidente de la asociación, Francisco Mestre, recordó que «todavía quedan cosas por mejorar» y, aprovechando que estaban casi todos, solicitó ayuda a las administraciones «para construir un aparcamiento disuasorio en el que los conductores puedan estacionar» como alternativa al centro del pueblo. También mencionó las bondades de Carmona, «un núcleo pequeño situado en un paraje excepcional, que a partir de ahora va a ser conocido a nivel nacional e internacional y va a recibir un turismo de excelencia y desestacionalizado», aseguró. «Los restauradores ya lo están notando», dijo frente al parador que levantó el Gobierno de Cantabria y que estaba cerrado. El objetivo, incidió, «es ayudar a Carmona a conseguir algo que no es capaz de lograr por sí solo, y es darse a conocer a través de esta marca de pueblos bonitos». Por su parte, la consejera de Turismo recordó que «desde el Gobierno impulsaremos medidas para que Carmona siga siendo un pueblo a pesar de la visita de turistas». Zuloaga indicó que «el Gobierno de Cantabria trabaja para que los vecinos y vecinas reciban las mejores atenciones en sanidad, educación y dependencia» y reivindicó que «debemos trabajar juntos». Terminado el acto, una de las homenajeadas se llevaba el pañuelo a los ojos, emocionada. Otra vecina iba corriendo a darle un abrazo y le decía al oído, levantando la voz por encima de las gaitas: «Carmina, hay que recibirlo así, con ilusión, con todo lo que habéis luchado vosotros por este pueblo».
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