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Viven prácticamente encima del techo de su coche. O, mejor dicho, duermen. Están recorriendo todo el norte del país para enlazar con Valencia, de donde partieron una semana antes rumbo a Galicia. «Fuimos a ver un festival de música en Ortigueira», explican. Se llaman Adrián ... y Sandra y son de los pocos españoles que están acampados en un prado situado al borde de un acantilado en Gerra, muy cerca de San Vicente de la Barquera. Junto a ellos, alemanes, austríacos y holandeses han colonizado la zona. Viajar en autocaravana, furgoneta o coches con tienda de campaña incorporada, como es el caso, es una modalidad en auge. También en Cantabria.
Para poder pasar la noche aquí tienen que pagar diez euros. «Merece la pena», afirman sin dudar. «Mira qué postal», aseguran entusiasmados. Tienen razón. El paisaje es espectacular. Hay vacas pastando tranquilamente y se ve al fondo San Vicente de la Barquera y, justo detrás, algunas de las montañas emblemáticas de Picos de Europa. «Hoy la visibilidad no es la mejor, pero en días sin nubes se puede contemplar el Naranjo de Bulnes», les dice un hombre. «La sensación aquí de tranquilidad es absoluta y los anocheceres son impresionantes», recalca una pareja que viaja en su furgoneta 'camper'. Llevan la cama integrada en el techo, una pequeña cocina y una nevera. «Es como estar en casa, solo que esta tiene ruedas», afirman.
El tractor que está segando la hierba se acerca. Es el dueño del prado. «No vivimos de esto», afirma. «Solo es una pequeña ayuda», admite. Después, continúa con su faena. Tiene que cortar hasta en los lugares más inaccesibles. Es el sustento de su ganado durante el invierno.
«En Gerra lo que más se ven son surfistas», dice con un marcado acento alemán un hombre que reposa la comida mientras está tumbado en la parte de atrás, sobre una litera, de una camioneta. Pero el tiempo no está siendo demasiado bueno. Al menos para los amantes de las olas. El anticiclón apenas está proporcionándoles la materia prima de su divertimento. «Y eso que en Cantabria siempre está nublado y llueve y hace frío», afirma irónicamente.
Para Alberto y Menchu esto no es un inconveniente. Vienen de Pamplona y, como siempre cruzaban la región por la autovía, este año han decidido explorarla. «Tenemos previsto estar por aquí una semana», dicen. «Es una vida nómada. Vamos conduciendo y donde nos gusta y se puede –recalcan– nos detenemos y dormimos. Pero, ojo, también echamos combustible en las gasolineras, hacemos las compras en los supermercados locales, ampliamos la lista de souvenirs en las tiendas o cenamos en restaurantes. Que hay mucho detractor que dice que los 'campers' no hacemos gasto».
La zona comprendida entre Gerra y San Vicente, paralela a la playa, está llena de lugares similares a este. Es la carretera que fue una de las localizaciones de la película 'Primos', del director Daniel Sánchez Arévalo. Un poco más abajo, justo enfrente de un aparcamiento que tiene un arco metálico para evitar la entrada de autocaravanas, hay otro prado similar. Esto se repite hasta San Vicente de la Barquera.
Por las tardes, antes del ocaso, hay otro entretenimiento. Una pareja busca información navegando por internet en su teléfono móvil. Quiere descubrir qué ver en los alrededores. Encuentra algo que les llama la atención. «Pone que hay una terraza con una caravana que sirve comida y bebida y que está llena de gente sobre un acantilado. Las vistas son impresionantes y el ambiente, según se ve, es muy divertido. Lo mismo hasta ponen música». Del que hablan es un lugar de peregrinación para los 'cazadores' de puestas de sol. «¿Está muy lejos?», preguntan. «Justo allí encima. Podéis, incluso, ir caminando», le responde la pareja de la furgoneta de al lado. Antes de que llegue la hora prefieren hacer turismo. Las posibilidades son muchas pero, por cercanía, hay tres puntos que no deberían perderse. San Vicente, que está bien cerca, o pasear por la playa de Oyambre, tampoco muy lejos. Y si mueven la furgoneta, Comillas es la mejor opción. «Desde que vimos 'Primos' nos enamoró la zona y nos hace gracia eso de visitar lugares que hemos visto antes en el cine», cuentan antes de comenzar a recoger todos los bártulos que tienen desperdigados.
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