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Con el cementerio discretamente engalanado y la melodía tenue de un piano, tuvo lugar ayer en Comillas el simbólico acto de instalación de una escultura para homenajear a los bebés fallecidos durante la gestación o al poco de haber nacido. Una iniciativa que se ... ha llevado a cabo en el camposanto comillano gracias a la Red 'El Hueco de mi vientre', que busca visibilizar la dramática realidad a la que se enfrentan las familias que pierden a sus bebés, y para la que ha contado con la participación de Funcantabria y el Ayuntamiento comillano. El escultor Jesús García Trapiello ha sido el encargado de diseñar la pequeña escultura de bronce que representa el vientre vacío de una mujer acompañado de una mariposa. Una figura con la que envía un doble mensaje: «por un lado, la ausencia que atraviesa el cuerpo materno, que se inunda de vacío, y que incluso sesga un seno lleno de alimento, y por otro, la esperanza del camino que emprende el bebé, representado mediante la mariposa, que siempre va a estar en nuestros corazones».
Un mensaje, el de Trapiello, que llenó el cementerio de emoción. Aunque la intervención más emotiva fue la de Rebeca Hoya, componente de la asociación, que se desnudó ante el público contando su experiencia y poniendo de manifiesto la importancia de «visibilizar esta realidad para no permitir que nos silencien y se minimice nuestro dolor, para así poder transitar por este duelo de una manera más sana». «Nuestros hijos se mueren», repitió hasta en cuatro ocasiones a lo largo de su discurso. Un hecho inevitable para el que la sociedad debería «estar más preparada, de manera que las familias sepamos dónde acudir cuando llega el momento, tengamos información y seamos atendidas por profesionales preparados, que nos recojan y nos apoyen en una experiencia tan estresante», dijo con aplomo entre lágrimas.
Hoya estuvo apoyada ayer por la directora de Funcantabria, Yolanda Díaz; su presidente, Miguel Díaz; el consejero de Sanidad del Gobierno de Cantabria, Miguel Rodríguez, y la alcaldesa de Comillas, Teresa Noceda, además de representantes del Colegio de Enfermería y de la Asociación de Matronas de Cantabria, entre otros. La colocación de esta escultura en el cementerio comillano supone que a partir de ahora «los padres y madres tengan un lugar al que acudir para velar a sus bebés fallecidos». «Un lugar bello y lleno de paz», coincidieron los asistentes. Donde transformar el dolor en amor.
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