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Usar los campanos para localizar a los rebaños se está quedando más que desfasado. Poco a poco van aumentando los ganaderos que apuestan por poner a sus animales collares con GPS. Y precisamente gracias a eso Javier Pérez y Juan Abascal, de Calseca (Ruesga), ... lograron dar con el chivo que se les había extraviado y que adquirieron con un desembolso de mil euros unas semanas antes. No es la primera vez que dan con alguna de sus cabras gracias a este sistema: hace un año también fue una herramienta indispensable para hallar a los integrantes del rebaño que sobrevivieron tras un ataque de lobo.
Javier cuenta que cuando él y su compañero acudieron a donde les señalaba el GPS no vieron al macho. Por lo que de primeras pensaron que «tal vez se le había caído el collar». Sin embargo, después comprobaron que, efectivamente, no estaba con el resto, así que «nos pusimos a buscar al rededor de donde marcaba». No fue fácil, porque el chivo se encontraba atrapado en una especie de gruta de difícil acceso y «si no hubiese sido por el sistema, hubiese sido imposible encontrarlo, y habría sido un animal muerto porque no teníamos ni idea de que existía aquella zorca ahí», insiste Javier.
Pudieron liberarlo gracias a que los dos ganaderos, con la sabiduría que sólo da la experiencia, «siempre» van al monte con cuerdas como precaución frente a lo que pueda pasar. Gracias a ello recuperaron al animal al que «atamos y sacamos para arriba a peso» para después reubicarlo con el resto. Precisamente, el cabrón se había incorporado a la familia recientemente, tras un gasto de «casi mil euros», una cantidad que ellos califican de cuantiosa. «Es una cifra muy elevada para un macho de cabra», pero es que se trata de una inversión que afrontaron para la mejora genética de su rebaño.
El GPS también puede ser una herramienta más que útil de cara a los ataques de lobos. Hace tres años, a Javier le llegó al móvil la alerta de 'Animal fuera del recinto' de una de las cabras que tenían puestos los collares en una noche cubierta por la niebla. Resultó que el ganado huía por una visita de los canes y, gracias a que los dos ganaderos acudieron de inmediato pudieron evitar que hubiera que lamentar pérdidas, y eso que «había tras cabras mordidas».
Menos suerte hubo en el episodio con lobos de hace un año, que se saldó con cinco de sus cabras muertas y el resto desperdigadas por el monte. A unas cuantas las encontraron, gracias de nuevo al sistema GPS de Digitanimal, «en una peña de la que no podían salir». En ese caso la geolocalización fue más complicada porque el punto en el que estaban no tenía cobertura, y tuvieron que pasar unas horas hasta que el dispositivo logró enviar su localización. «Se habían desplazado más de dos kilómetros, habían bajado al frente del río. Tuvimos que hacer una escalera de ladera para que pudiesen salir, ya que había una pared de tres metros de piedra lisa, que hacia abajo la saltaron y hacia arriba no podían subir».
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