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Javier Rosendo

Algo más que cocido en Casar de Periedo

El buen tiempo favoreció que miles de personas decidiesen acudir a este evento. A las doce ya se habían agotado los tickets para disfutar del cocido realizado por los vecinos, del que se repartieron unas 1.300 raciones

Lucía Alcolea

Santander

Domingo, 19 de noviembre 2017

Se preveía que este año iba a haber mucha gente en la XIII edición de la Feria de la Alubia y la Hortaliza de Casar de Periedo, pedanía de Cabezón de la Sal, pero quizá no tanta como ha habido en realidad. Era lo que comentaba todo el mundo. «Es que está lleno de gente», decía una. «Si mira que venimos todos los años y como este, nunca». «Abarrotado, hemos tardado en pedir un café tres cuartos de hora», comentaba otro ya con el café en un vaso de plástico marrón. «Exagerado, yo no lo recuerdo nunca así». Hubo hasta quien lo comparó con el primer año en que se celebró. «Cuatro puestos por los que se podía pasear uno». Pero de eso hace mucho y está lejos en la memoria. Y es que este domingo lo de pasear era difícil, sobre todo al mediodía, en que más afluencia de público se concentró en las estrechas calles de Casar de Periedo, ocupadas por más de trescientos puestos de productos de alimentación y artesanía. Y entre medio, como la pieza de un puzzle bien encajada, las recreaciones de cómo se vivía en el pueblo en los años cuarenta, escuela incluída, dos barras de bar de la comisión, una exposición de aperos de labranza, el churrero, las gallinas pedresas, el puesto del despiece del cerdo, la carpa del café hecho en la cazuela, las ovejas, los pollos, dos burros, varios Seat 600 y mucho, mucho más. Para lo de ayer en Casar casi no hay palabras. Los vecinos organizan este evento, que ya es más que cualquier feria, al que cada vez acude más gente, sobre todo si hace sol, como quedó demostrado hoy.

A la una hacía calor, pero se estaba bien. Transitar entre los puestos y el gentío era una tarea que uno debía realizar con paciencia. A la entrada de la feria, junto a la recreación de una granja, una niña le decía a su madre que había visto ‘cachorrines’. Otro señor comentaba que «habrá que ir pensando en irse a comer algo» y mientras, María del Mar, vecina de Casar, vendía en un puesto alubias de su pueblo «de canela, otra que se llama el ojucu, la de cocido y la roja». Hacía poco que se le había acabado la verdina. «Se nota más gente que otros años, pero ya se sabía porque daban muy bueno».

La alubia roja es la más cara «porque cuece muy bien, es suave y se hace sola, sin necesidad de echarle nada, ya que tiene mucho sabor». En frente del puesto de María del Mar, más alubias de Casar. «Mira qué bonito lo tenemos todo», decía una de las dos chicas jóvenes que regentaban este segundo puesto. Ellas tenían la alubia roja, la de fabada, la blanca y la de cocido. Las dos ataviadas con ropas de la época «de la mamá y la abuela» y a la venta además de lo propio, pimientos, calabazas, tarros reciclados e incluso algún libro de Cantabria. «Hay que ponerlo un poco distinto», justificaban. Llegaba una señora y preguntaba por la famosa alubia roja. Otra vez la misma explicación. «La roja tiene salsa por sí sola, suelta como una especie de caldito que parece chocolate», explicaban estas dos expertas, que ya empezaron a vender alubias en la tarde del sábado.

Una novedad de esta edición, la de poner el producto a la venta un día antes, que resultó «un éxito, porque estuvimos aquí hasta por la noche vendiendo alubias». Eso sí, «también se nota hoy». De gente, mucha, pero de ventas, según la visión de los productores y feriantes, no tantas. Al menos así lo aseguraba también Luis Antonio Martínez, de Villafufre, que vendía miel, polen, propóleo y nueces ecológicas. «Este año hace buen tiempo y hay más gente, pero tampoco todo el mundo compra, por lo que las ventas más o menos como el año pasado», aseguraba.

A la vez que los feriantes trataban de sacar el producto adelante, un grupo de vecinos repartía sopa de ajo elaborada el día anterior. «Lo han cocinado los hombres ¿eh?», aseguraba una de las participantes. «Bueno y alguna mujer que ayudó», le corregía otra, sin querer quitárles mérito. «La sopa lleva caldo de pollo, zanahoria y ajo», ingredientes que dejan cociendo alrededor de ocho horas. «El año pasado se repartieron 300 raciones». Era gratis, pero había una hucha para los donativos, y todo lo que se recaude irá destinado a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer (AMARA) en Cantabria.

Javier Rosendo

Alubiero Mayor: Nando Agüeros

A la una y media, empezó el público a dirigirse a la plaza del pueblo, donde el cantante y compositor Nando Agüeros, fue nombrado Alubiero Mayor de la feria. Allí estaban Roberto Fernández, Carlos Muriente y Amparo García, de Santander y Parballón, en Piélagos. «Venimos desde hace varios años, porque nos encanta esta feria», decían mientras esperaban «a que Nando Agüeros nos cante Viento del Norte». Habían comprado almendras, arándanos, queso y nueces. Habían probado «la sopa de ajo, que estaba deliciosa», y todavía les había sobrado tiempo para tomar un café. ¿Yel cocido? «Otros años lo hemos comido aquí, pero hoy nos vamos a ir a un restaurante, porque hay mucha gente» y es que la feria repercute en todos para bien.

Al lado de la plaza donde el cantante de música tradicional se sentía agradecido tras recibir la Alubia de Oro del presidente de la junta vecinal, José Luis González Conchas, el gran protagonista de la jornada se cocinaba en la carpa blanca. Un cocido que se empieza a hacer el día anterior, en una cacerola gigante, del que se repartieron alrededor de 1.300 raciones. El rey de esta emblemática feria. Tanto es así, que a las doce de la mañana ya se habían agotado los tickets para degustar el tradicional manjar.

Javier Rosendo

Y para el que no quisiera cocido, en las dos barras de la comisión se vendían las bebidas y se daban tortos y boronos. En una de las sartenes detrás de la barra, pasaba calor María del Carmen Gutiérrez, vecina de Casar. Una señora mayor, bien parecida, con un pañuelo en la cabeza, un manto sobre los hombros y los púmulos sonrojados de calor. «Soy de Casar de toda la vida y llevo toda la mañana friendo boronos nena». Ya había frito un balde y empezaba otro. «Están hechos con sangre de cerdo, cebolla, arroz, y harina, que es lo que le da el grosor». «A la gente le gusta», comentaba María del Carmen alejándose de la sartén un poco. «Mari ¡los boronos, que se queman!», le gritaba una compañera. Y Mari volvía a la sartén. Luego cantó Nando Agüeros y este año, la feria de Casar ha volvió a dejar el listón muy alto y miles de estómagos felices.

En esta edición, han sido 36 los restaurantes de la costa occidental de Cantabria que han colaborado con la Feria, declarada Fiesta de Interés Regional, y, además del propio Gobierno regional, el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal y la Junta Vecinal de Casar de Periedo, han participado los ayuntamientos de Bañeza, en León, y de Pobes, en Álava.

Una cita como esta es una buena ocasión para dejarse ver, y allí han estado presentes el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y la vicepresidenta y consejera de Universidades e Investigación, Medio Ambiente y Política Social, Eva Díaz Tezanos. También el secretario general del PSC-PSOE, Pablo Zuloaga. «Que sean jóvenes ganaderos quienes impulsan desde hace más de veinticinco años la organización de esta feria de ganado demuestra la importancia de la ganadería para nuestra región», ha dicho el líder de los socialistas cántabros.

La primera jornada

La XIII Feria de la Alubia y la Hortaliza en realidad comenzó ayer, con un concurso de ollas ferroviarias y una Máster Class Gastronómica, en la que participaron varios chefs profesionales de la comarca.

Javier Rosendo

Entre ellos, el chef Eduardo Chapero, especialista en hojaldre. «Yo he elaborado hojaldre caramelizado con crema de alubia y borono laminado con una crema de limón de Novales». El objetivo de esta jornada es «demostrar que esta legumbre se puede cocinar tanto en salado como en dulce, y que no tiene por qué ser un plato de mesa». Por eso, Floren Bueyes, presidente de la Asociación de Cocineros de Cantabria, había cocinado «crema de alubias, con crema de yogur y queso, con arroz frito aromatizado al curry». Y el cocinero Antonio de Vicente elaboró «costilla de vaca tudanca con salsa de trompetas (setas) y alubia roja de Casar». La boca se hacía agua. Hoy de nuevo, durante todo el día en Casar, más alubias y más gente en la celebración de este emblemático evento.

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