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Casa Lucas, en Correpoco -a solo ocho kilómetros de Bárcena Mayor- es un destino socorrido cuando uno quiere mesa y mantel tradicionales en la Cantabria ... interior. Precisamente huyendo del bullicio de las playas se desplazó este sábado hasta allí para comer una familia que se encontró un soberano lío nada más traspasar el umbral: un padre cincuentón y su hijo veinteañero muy alterados, gritando a todo gritar, amenazando al personal y arremetiendo contra las instalaciones, en las que oficialmente constan daños en los baños y en una ventana.
Los propios clientes dieron aviso a la Guardia Civil del enorme altercado que se estaba produciendo en medio de los comedores a las 15.00 horas. Hasta el lugar se acercaron tres patrullas, cuyos agentes acabaron por llevarse detenido al joven, «que estaba fuera de sí», según un testigo. En el parte oficial de la Benemérita solo se ha registrado esta detención, «por desorden público y resistencia a la autoridad», ya que el padre se «serenó» en el exterior del establecimiento.
La chispa que hizo saltar la bronca no está clara. Del lado del detenido dicen que en el bar se metieron con ellos, pero de la otra parte se indicó que la pareja en cuestión había llegado con ganas de armarla. Quienes lo vieron cuentan y no acaban: que el joven sacó un cuchillo y amenazó a una camarera, que el mayor pasó a los golpes con un camarero, que hubo portazos y que los dos descontrolados causaron destrozos en los servicios «y el agua salía por el comedor», que se cargaron una puerta...
Todo, en un ambiente de gran tensión al que los escasos comensales del sábado (en total había alrededor seis mesas ocupadas a esa hora) asistieron con total estupor por el voltaje del enfrentamiento y los desmanes.
Ni siquiera cuando llegaron los guardias civiles se desactivó el incidente. «Los agentes intentaron reducir al más joven pero era tal su estado que, entre cuatro, no podían con él», ha contado uno de los clientes. Finalmente fue sometido y se le llevaron detenido. Su padre fue aplacado fuera del establecimiento por otros miembros de la patrulla y se marchó del lugar por sus propios medios. Hasta una ambulancia se había acercado a Correpoco, porque no se sabía si el follón se saldaría con heridos.
No se fueron de vacío los clientes, que terminaron sus comidas entre disculpas de los empleados del local, que les invitaron al café como desagravio por el mal trago. Aunque la clientela difícilmente se olvidará del día en que la comida que se pretendía tranquila el día del Carmen estuvo salpimentada con todo un espectáculo, muy a su pesar.
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Ana del Castillo
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