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Este próximo invierno, si llueve mucho, los vecinos de Caranceja, en Reocín, volverán a mirar al río Saja con desconfianza, temiendo que se salga de su cauce e inunde todo lo que encuentra a su paso. Pero será el último invierno. El siguiente ya no ... tendrán que preocuparse por las avenidas. Eso si las previsiones se cumplen, lo que no siempre sucede. El alcalde, Pablo Diestro, anunció ayer el inicio de las obras para evitar las inundaciones en el núcleo de Caranceja, cuyo plazo de ejecución es de treinta meses, aunque la parte más importante, la definitiva, estará lista en mayo de 2024.
La actuación comprende la construcción de un caballón y una obra de fábrica para cruzar la carretera, además de un desagüe, fundamental para evitar que el río se desborde y se expanda por las fincas y viviendas aledañas. Los trabajos serán financiados íntegramente por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y tienen un coste de 3,5 millones de euros. Para poder hacerlo efectivo, el Gobierno de Cantabria se ha encargado de las expropiaciones y el Ayuntamiento de Reocín, de la puesta a punto del terreno y la retirada de farolas u otros elementos del mobiliario urbano que pudieran entorpecer la ejecución.
Además de las labores necesarias para evitar avenidas como las que tuvieron lugar en 2019, cuando incluso hubo vecinos que tuvieron que ser evacuados de sus casas en barcas, el proyecto contempla la regeneración ambiental del río entre el pueblo de Caranceja y Casar de Periedo, en Cabezón de la Sal. Este tramo del cauce ha sido identificado como área de peligrosidad y riesgo extremo frente a inundaciones, por la posibilidad de resultar afectado un número elevado de población y provocar cuantiosos daños económicos. Diestro señaló ayer que «llevamos muchísimos años peleando por estas obras, especialmente los vecinos, que son los que más han sufrido el miedo y la incertidumbre» cada vez que llueve de forma cuantiosa.
Por su parte, el alcalde pedáneo de Caranceja, José María Rubín, aseguró que el comienzo de los trabajos «supondrán la tranquilidad» de la población, ya que cuando se producen fuertes lluvias «tiene lugar un peregrinaje constante de la gente del pueblo al viejo puente para vigilar el nivel del agua, para ver si tienen que marcharse de sus casas». Más vale prevenir que curar y los afectados ya han sido los protagonistas de estos desagradables sucesos en demasiadas ocasiones. La previsión de dar por zanjado este problema dentro de siete u ocho meses «supone un respiro muy grande para los habitantes de la zona, también para aquellos que residen en la parte alta del pueblo, aunque el agua no llegue a sus viviendas», especificó el pedáneo.
Las obras fueron licitadas en noviembre del año pasado. Ya entonces el regidor expresó su deseo de no pasar más de un invierno en vilo con la oscilación del río ante determinadas condiciones climáticas. Caranceja sufrió sus peores inundaciones hace ya más de una década, en el año 2010. Volvió a suceder nueve años más tarde, cuando el desbordamiento de varios ríos con motivo del fuerte temporal convirtió media Cantabria en una piscina de agua sucia. Fue entonces, en 2019, cuando la fuerte protesta vecinal y de los alcaldes hicieron reaccionar a las instituciones. El proyecto que se va a acometer a continuación en el núcleo de Reocín es uno de los que se están desarrollando por diferentes puntos de la geografía regional. Aunque ya se han dado algunas soluciones -no solo por parte de Confederación Hidrográfica del Cantábrico, también por parte del Gobierno de Cantabria-, el asunto va lento.
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