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Javier Rosendo

Comillas avanza en su rehabilitación

En primavera, nueva actuación ·

La Iglesia del Seminario Mayor verá culminada su restauración con los elementos artísticos que faltaban, y comenzará el refuerzo del claustro oeste, único área que queda sin intervenir a pesar del riesgo de colapso

Marta San Miguel

Comillas

Domingo, 13 de diciembre 2020, 07:34

El reloj del Seminario Mayor de Comillas era una esfera blanca que en 1890 daba la hora como una gigantesca metáfora: el edificio estaba llamado a marcar el paso de los tiempos, allá cuando fue construido. Ahora, un siglo más tarde, el reloj vuelve a funcionar en la fachada exterior del edificio y sigue siendo una esfera, pero es traslúcida. «Quisimos mantener la misma estética del reloj, pero necesitábamos luz en la sala», dice el arquitecto encargado de la rehabilitación, Alberto Alonso. Sin embargo, cuando ves el reloj desde dentro del edificio, no sabes bien cuál es la hora; es como si las agujas fueran en dirección contraria, y ese parece ser el signo del tiempo que le ha tocado vivir al actual Seminario: su proyecto de rehabilitación se ha ralentizado mientras su supervivencia va contrarreloj, y con el pasado comprometido por el deterioro de los materiales y el futuro comprometido por el deterioro de la financiación, cabe preguntarse por el presente del edificio, una joya modernista que mantiene la frente alta en el paisaje de Comillas; al menos, la mitad de la frente.

El edificio, obra del arquitecto catalán Joan Martorell i Montells, es un volumen simétrico. A cada lado se erigen los claustros este y oeste, y en el núcleo central está «la pieza clave y singular del edificio, que es donde se concentra el mayor volumen artístico y arquitectónico». Beatriz Aparicio, responsable técnico de Saicc (Sociedad de Activos Inmobiliarios Campus Comillas), se planta ante un plano para evidenciar la simetría de un edificio adelantado a su tiempo y, hoy en día, víctima del mismo. Mientras sociedades, siglas y fundaciones se entrecruzan en proyectos políticos eternos, la realidad es que un silencio nocturno envuelve la parte del Seminario que aún está sin tocar: el ala oeste, con zarzas, cristales rotos, y ese olor a piedra húmeda y a mugre que pide a gritos un rescate.

  • 30 millones de euros se han invertido hasta la fecha en la rehabilitación del Seminario Mayor desde 2007, cuando se iniciaron las obras

  • 600 metros cuadrados ocupan los lienzos pintados al óleo que, una vez restaurados, cubrirán las paredes de la Iglesia y la cúpula del presbiterio

  • Rehabilitación El proyecto tenía tres fases, y tras concluir la primera, se paró en 2010, el resto de actuaciones se han realizado con partidas puntuales o subvenciones

  • Valor artístico Al arquitecto Lluís Doménech i Montaner se atribuye buena parte de la «belleza ornamental» del edificio, tras coger el testigo de Martorell

  • Nueva intervención Presupuestada en 1,8 millones, el Gobierno regional recibirá 900.000 correspondiente al 1,5% Cultural para culminar la rehabilitación de la Iglesia

  • Lo que falta Las sillerías, la pinturas de las capillas y el órgano de la Iglesia se conservan en un edificio anexo al Seminario y se instalarán tras su restauración

Todo empezó en 2005. La Saicc (entidad que se encarga de la gestión de activos inmobiliarios de la Fundación Comillas), en representación del Gobierno de Cantabria, adquirió a Caja Cantabria todos los edificios y jardines que conforman el Conjunto de la Universidad Pontificia de Comillas. Después llegó el concurso público en el que se presentaron quince proyectos para hacerse cargo de la rehabilitación integral del Seminario Mayor, el edificio más importante del conjunto; ninguno lo ganó, pero los dos estudios que habían logrado el accésit unieron fuerzas y se adjudicaron el proyecto que se dividió y presupuesto en tres fases: «La primera fase era la rehabilitación del claustro este con sus dos entradas principales de la zona central (vestíbulo y zona del nartex); una fase dos, para el claustro oeste, y una tercera fase, donde se intervendría en la zona central y la Iglesia». Sin embargo, la realidad superó la expectativa del papel, y cuando en 2007 empezaron las obras, a punto estuvo de ser demasiado tarde para el inmueble.

«El claustro oeste está atirantado, asegurado y apuntalado, pero no quita para que podamos tener algún desprendimiento»

Beatriz Aparicio | Responsable técnico Saicc

«La Iglesia ha sido una preocupación desde el principio, presentaba muchos problemas en los cimientos y techumbre»

Alberto Alonso | Arquitecto UTE rehabilitación

Los trabajos empezaron por el claustro este (donde actualmente desarrolla su actividad el Ciese, el Centro Internacional de Estudios Superiores del Español), pero se encontraron con que la estructura de la Iglesia agonizaba. «Ha sido objeto de preocupación desde el principio», dice Alberto Alonso, uno de los arquitectos de la UTE responsable de la rehabilitación del Seminario. «Presentaba muchos problemas en los cimientos, entraba agua por la techumbre, y hubo que reconstruir elementos que estaban muy deteriorados como coser arcos, apoyos o ménsulas, incluso inyectar hormigones para consolidar el cimiento». De no haber tomado medidas, dice, «se habría caído como cualquier edificio». Con el pasado a buen recaudo tras finalizar la primera fase (en la que se invirtieron 21 millones de euros), el futuro del edificio parecía acercarse, pero entonces llegó el cerrojazo de la crisis económica y en 2010 se paralizaron las siguientes fases del proyecto. Mientras la presidencia del gobierno regional pasaba de Miguel Ángel Revilla (ideólogo del «proyecto del siglo») a Ignacio Diego (PP), y mientras los alumnos de estudios hispánicos de la Fundación Comillas seguían sin llenar las aulas de la flamante área rehabilitada, se produjo en 2012 el derrumbe parcial de la techumbre del claustro oeste como si fuera la llamada de auxilio de un edificio impedido por sus propias dimensiones y las de su finalidad. Empezaron las ayudas puntuales, planes concretos con partidas cofinanciadas y subvenciones que les permitieran «avanzar», dice Beatriz Aparicio, que recorre el vestíbulo de la zona central rehabilitada mencionando de memoria la autoría de cada pintura, el esgrafiado de mortero hecho con láminas que repiten los elementos ornamentales en los que, si te fijas bien, aún se ve el rastro del grafio que levantó la pintura de la piedra para generar ese efecto de planta trepadora y volutas y grecas que completan la visión entre piedras tocadas con pan de oro y suelos geométricos hechos con seis tipos distintos de madera. Entonces suena el nombre de Lluís Doménech i Montaner, el arquitecto al que se atribuye buena parte de «embellecimiento ornamental» del edificio, tras coger el testigo de la obra de Martorell. «Mira el techo artesonado», añade Alonso, que observa las huellas de su propio trabajo como arquitecto en el que su mayor logro es paradójicamente que no se note su intervención. ¿Es posible la supervivencia de un edificio restaurado sin un uso que lo mantenga vivo? «Si no usas un edificio, también se muere», responde, y abre la pesada Puerta de las Virtudes por la que hace una semana entró el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para un acto institucional y acto seguido se volvió a cerrar de nuevo. Habla de la singularidad de sus motivos, el vaciado en bronce que la convierte en una joya de una tonelada que mueve con ayuda del guardia de seguridad, Pedro Pablo.

Las puertas de las aulas también son pesadas y cuesta abrirlas, a pesar de la ligereza visual que transmiten las líneas lisas del cemento y las planchas de acero. En el suelo, los listones de madera son tan largos que apenas tienen juntas y al caminar suenan hueco. El cristal separa el pasillo del interior del claustro, donde se adivina un aljibe entre tanto ladrillo rojo y el suelo de ese mismo rojo adornado con caminos laberínticos de arbustos diminutos. «También el aljibe está rehabilitado», añade Aparicio, que abre la mano para medir los diez centímetros de porquería que había acumulados en las paredes del depósito subterráneo de agua. Entonces, ¿qué falta? Todo el ala oeste y culminar la Iglesia, sus elementos artísticos, y para eso han aspirado por segunda vez a los fondos del 1,5% cultural a cargo del Ministerio de Fomento.

Las ayudas del 1,5% Cultural

La primera vez que Comillas accedió a estas ayudas fue tras presentar la Saicc en 2014 una candidatura para la recuperación integral del templo. Era la actuación correspondiente a la fase III del proyecto inicial, pero estaba paralizado. Mientras llegaba la resolución de la ayuda de Madrid, una partida cofinanciada por la Fundación Botín propició su rehabilitación estructural y la sustitución de la cubierta. Se salvó la Iglesia, y en 2016 se les concedió los 3,1 millones de Fomento que habían pedido dos años atrás para concluir el acabado tanto exterior como interior. Ahora queda terminar la restauración y la instalación de los elementos artísticos (lienzos y pinturas de las paredes, sillería), pero también «la estabilización estructural del ala oeste de la Iglesia con el fin de garantizar y estabilizar la parte que colinda con el claustro, porque a día de hoy se encuentra muy mal y hay que darle rigidez a esta zona», dice Aparicio. El proyecto está presupuestado en 1,8 millones de euros y el Gobierno de Cantabria recibirá una subvención correspondiente al 1,5% Cultural, por valor de 900.000 euros: según los tiempos de estos trámites de licitación, las obras empezarán en primavera del 2021.

En el presbiterio y las paredes de la Iglesia que están a día de hoy blancas es por donde comenzará la intervención: «Las pinturas al óleo pensadas para esta zona se realizaron en Barcelona a la medida de cada capilla y de la bóveda del presbiterio, y ahora se restaurarán y se colocarán de nuevo», explica Alberto Alonso, como si fueran un tapiz de lienzo adornando las paredes. Otro de los elementos que también se van a recuperar con esta actuación son las sillerías, «un gran mueble de sitiales de castaño que se pondrá alrededor del altar». Todo está desmontado y catalogado en un edificio anexo al Seminario, a la espera de ser restaurado, y también las pinturas «están perfectamente guardadas y etiquetadas para que no se deterioren», dice el arquitecto, y cita como ejemplo las que hay en la escalera principal y el paraninfo del edificio «realizadas por el equipo del pintor Eduard Llorens» para visualizar el trabajo de limpieza, recomposición y asentamiento en el muro que llevaron a cabo y que ahora van a repetir en la Iglesia.

También en esta intervención se va a recuperar el órgano del edificio: «Está desmontado y etiquetado a la espera de ser restaurado, y también hay un sitio preparado para que los visitantes puedan ver los cientos de tubos del órgano tras un cristal», explica el arquitecto. «Fue un elemento importantísimo en este edificio, ya que aquí se producía la mejor música del momento también en Europa», dice subrayando el contenido narrativo del edificio más allá de su valor patrimonial: «Hay mucho fondo de cultura musical aquí dentro, y será un avance importante porque funcionando el órgano se podrían dar conciertos».

El muro hacia el oeste

Sumando lo que se ha invertido en la primera fase (licitado en 23 millones y que concluyó en 2010), más las partidas que se han ido incorporando (la cofinanciada con la Fundación Botín para la rehabilitación estructural de la Iglesia de 2,5 millones) y las subvenciones a cargo del 1,5% Cultural (la de 2014, de 3,1 millones, y la de 2021, de 1,8), hasta la fecha se ha invertido en la rehabilitación del Seminario Mayor 30 millones de euros. La última partida tiene una lectura estratégica porque avanza hacia el terreno baldío del ala oeste: «Vamos a consolidar el muro colindante con el patio que no está restaurado y tiene una cubierta en la azotea muy precaria, y hay que resolverlo para que no dé problemas», dice el arquitecto. A día de hoy, el claustro oeste «se encuentra estabilizado», dice.

Pero el abandono de la piedra y la madera y el tiempo filtrándose por grietas de varios centímetros de ancho, hace que la espera se haga con la vista puesta en los tirantes que sostienen la estructura: «El claustro está asegurado, apuntalado y atirantado, pero no quita para que podamos tener algún desprendimiento parcial en algún elemento del claustro», advierte. Como si pudiera pedir una prórroga al futuro mientras llega financiación para rehabilitarlo.

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