Secciones
Servicios
Destacamos
VICENTE CORTABITARTE
San Vicente
Sábado, 2 de mayo 2020, 06:56
Las embarcaciones de cerco del Cantábrico se encuentran ya inmersas en plena costera del bocarte, tras un aplazamiento inicial y una autorregulación con la que se ha reducido la cuota diaria de capturas autorizada para intentar mantener unos precios que, a pesar de ello, han sufrido una importante caída como consecuencia de la situación del mercado, duramente castigado por la pandemia del coronavirus y por las restricciones en el trabajo de las conserveras, que les impide trabajar a pleno rendimiento.
La campaña del bocarte, una de las más importantes para la supervivencia de la flota, obliga a las embarcaciones a desplazarse por diferentes puntos del litoral en busca de los grandes bancos de esta especie que en estas semanas se adentra por el Cantábrico.
A lo largo de la pasada semana, uno de esos bancos se situaba muy cerca de la costa de San Vicente de la Barquera, lo que ha dado durante los pasados días una imagen de inusual actividad al puerto barquereño, en contraste con la escasa o prácticamente nula vida que registra esta villa eminentemente turística y de servicios por culpa de la crisis sanitaria en la que nos encontramos.
Ello ha atraído hasta el puerto de San Vicente a pesqueros de otros puertos de la región, gallegos y del País Vasco, que han capturado algo más de 30.000 cajas de bocarte, unos 250.000 kilos, de diferente tamaño, cuyo precio medio ha rondado en lonja a 1,30 euros, oscilando entre los 50 céntimos del más pequeño a los 2,70 euros del más grande, el más preciado que se disputan las conserveras por su calidad. Ante la escasa demanda, apenas el 15% de todos ellos ha sido para el consumo fresco, mientras que la mayoría se ha destinado para el congelado o las conserveras.
El buen rendimiento económico que puede acompañar a una buena costera del bocarte es fruto del duro trabajo al que obliga el tener que dedicarle toda la noche y gran parte del día, con escasas horas para el descanso, dureza que aún es mucho mayor cuando se tiene que desarrollar desde otros puertos diferentes al que tienen como base el pesquero y mucho más en circunstancias tan especiales como en las que se está desarrollando la actual campaña por el confinamiento a consecuencia del Covid-19.
En esta situación se ha encontrado el pesquero 'Bustillo Donosti', de Colindres, que ha sido uno de los que acudió hasta el puerto de San Vicente con sus cerca de 32 metros de eslora y 16 tripulantes que ahora se ven obligados a pasar por un control de temperatura al llegar a bordo en el inicio de la semana.
La vida dentro de la embarcación apenas ha variado a pesar de las normas o recomendaciones fijadas por las autoridades. «La actividad en el barco es exactamente igual ahora que antes, aquí es imposible guardar las distancias de seguridad señaladas en espacios comunes como en la cocina o en los camarotes y mucho menos a la hora de pescar, trabajo que nos obliga a estar juntos en una tarea que no se puede realizar con mascarillas», señala José Luis Bustillo, patrón del pesquero. «Es diferente cuando llegamos a puerto para descargar, en tierra todo el trabajo se hace con guantes, mascarillas e incluso pantallas de protección», indica, recalcando que junto al control de temperatura que se realizan se afanan todos los días en desinfectar todos los espacios comunes, así como el barco en general con una sulfatadora que han tenido que adquirir utilizando un desinfectante especial.
A pesar de no poder mantener alguna de las medidas básicas de seguridad que se han establecido a nivel general, Bustillo señala que no ha percibido una preocupación especial entre la tripulación por esta circunstancia. «Quizá sea porque no nos ha tocado vivir a ninguno de cerca la enfermedad, lo que sí sería preocupante es que se produjera algún contagio, además de por el problema de salud porque nos obligaría a una cuarentena que nos haría perder la costera que es muy importante para nosotros», confiesa.
El doble confinamiento al que se ven sometidos por el cierre de la mayor parte de las actividades en tierra es algo que no les afecta especialmente. «Nosotros estamos acostumbrados a pasarnos 15o 20 días seguidos metidos en el barco en la costera del bonito, por eso no es una circunstancia tan especial para nosotros, es algo a lo que ya estamos hechos. En la del bocarte, aunque entremos a puerto y estemos cerca de casa no solemos ir porque prácticamente no tenemos tiempo. La mayor diferencia con lo que sería una temporada normal es que al llegar al puerto, algunos compañeros aprovechan para ir a comprar o ir al bar, ahora obligatoriamente nos tenemos que quedar en el barco, por las circunstancias impuestas y por nuestra propia seguridad para evitar posibles contagios».
Junto a esos cambios a los que se han visto obligados los pescadores por la pandemia sanitaria, sus efectos también los están sintiendo en los resultados económicos. «Para nosotros también está siendo muy negativo. Hoy hemos pescado 5.000 kilos de bocarte de buen tamaño que lo hemos vendido aproximadamente a 2,20 euros el kilo cuando el año pasado este mismo pescado valía el doble. También sufrimos la caída que tuvo el precio del verdel en la costera recién acabada. Bueno, esto era algo que tristemente era previsible en las actuales circunstancias», reconoce José Luis Bustillo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.