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Que llueva está muy bien y es necesario, pero que llueva el Día del Indiano en Comillas es un desastre. La villa modernista celebró este ... sábado la decimocuarta edición de esta fiesta cuyo objetivo es rendir homenaje al pasado indiano de Comillas, que no sería lo que es sin sus 'héroes' de ultramar. Pero llovió. Por la mañana y por la tarde, aunque despejó un rato al mediodía. Vanesa Sánchez, la concejala de Cultura, estaba un poco disgustada. «Hemos tenido que trasladar todas las actividades al centro cultural del Espolón». Las carpas blancas (allí le llaman paradas), que cada año se instalan en la plaza del Corro Campíos, donde se ofertan productos cubanos, eran de lo poco indiano que había en la plaza en el Día del Indiano.A pesar de todo, hubo gente –en Comillas siempre hay gente en agosto–, y gorros de paja, cacao puro, mojitos y café.
Y la cosa parecía animarse a medida que avanzaba la tarde. Mientras en El Espolón, en la parte alta del pueblo, se organizaban talleres sobre decoración de sombreros, salsa, bachata dominicana y merengue, en el Corro olía a hierbabuena y chocolate. Entre la gente, con un vestido color verde agua del año 1910, estaba María Dolores Farré, de Tarrasa (Barcelona). «Pertenezco a la Asociación Cultural de Recreación Histórica Modernista Llum i Color del 900», explicaba. Llegó a Comillas el viernes. Solo para asistir a la fiesta. Su traje es una copia de un vestido del Museo Textil de Tarrasa. Sobre la tela, una túnica bordada con lazos blancos. A su lado, Julián Rodríguez, de la misma asociación en Santander, que dirige Carlos Bascones. «Generalmente son trajes de colores claros –y caros–», relata Julián, un apasionado de la historia. Lo mejor «es que alguien se te acerque y te dedique una gran sonrisa». «Es como si me hubiera tomado un red bull, me voy volando», bromea la catalana. «Nos tratan con mucho respeto y es muy bonito».
En el primer stand, mojitos a cinco euros. En el segundo, la concejala y sus compañeras repartiendo gorros de paja y explicándo a la gente que las actividades son «arriba, en el Espolón». De fondo, salsa y bachata. Una canción detrás de otra. Toñi Puente y Menchu Reigadas reparten café y gorros gratis y dan a los visitantes la oportunidad de participar en un sorteo de un viaje a las islas comprando una papeleta por un euro. Ana Rodríguez, de la Asociación de Mujeres La Gaviota, dirigía un poco todo. El Día del Indiano, decía, «supone recordar a esos hombres valientes que se fueron a las Américas sin conocer nada, con lo puesto, para ganarse la vida y ayudar a sus familias». La «fiesta de los inmigrantes», dice Ana que se debería llamar, y recuerda: «Si no fuera por ellos, Comillas sería un pueblo marinero más del norte de España». ¿Y la leyenda negra? «Hoy en día no se puede juzgar a la gente con el mismo criterio que entonces».
En la siguiente parada, una chica explica el proceso artesanal del cacao «para mantener las propiedades y que no esté desgrasado, como el del supermercado». Rodea una olla con la mano y anuncia que «ahora lo vamos a probar». Los visitantes se arremolinan alrededor de la mesa. El olor a chocolate penetra en las fosas nasales. El AMPA del Colegio Jesús Cancio también colabora. En ese stand estaba Tomás, un niño que se había comido ya tres trozos de bizcocho. ¿La excusa? El Día del Indiano es especial.
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