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Eduardo Rodríguez no falló en casa. El cántabro salió este domingo a hombros en Treceño tras cortas cuatro orejas y un rabo en una tarde en la que Román también tocó pelo con tres apéndices y Lea Vicens salió a hombros con dos orejas y rabo.
La plaza portátil instalada junto a polideportivo se llenó en tres de sus cuartas partes, una buena entrada en un día cargado de acontecimientos que confirma que Cantabria tiene ganas de toros. Y las tenía, en gran parte, por la presencia de un novillero de Labarces formado en la Escuela Taurina de Santander que en su segundo festejo de luces, el primero en la región, se fue de rodillas para recibir con dos largas a su primer oponente, con el hierro de Pío Tabernero de Vilvis. Eduardo quitó, banderilleó, le brindó el trasteo a Tete Rodríguez y dibujó una faena de muleta por el pitón izquierdo en la que los altos se impusieron a los bajos. Fulminó al novillo con una estocada y paseó dos orejas.
Rodríguez tiene gancho, conecta con el tendido, una cualidad escasa a día de hoy sobre los alberos y que hizo que el público se entregase a él en un epílogo de la tarde en la que el momento álgido llegó en el tercio de banderillas. Eduardo colocó tres pares reunidos, en el sitio y de los que salio con aires toreros. Con la muleta el novillo sacó dificultades, pero el de Labarces le ganó terreno para trazar varias series de mérito. Un revolcón sin consecuencias no fue un obstáculo para que otro estoconazo le diese las dos orejas y el rabo.
Aplazado el festejo hace ocho días,sacado adelante con el esfuerzo de Tudancas Toros, en los días transcurridos a Lea Vicens le ha dado tiempo a brillar en Bayona y a Román a reafirmar su buen momento en Pamplona. El valenciano sorteo este domingo un toro de Cuvillo noble y repetidor al que recibió por verónicas y quitó por chicuelinas antes de un inicio de faena largo y templado por el pitón derecho. Trasteo de más a menos, las manoletinas finales caldearon el ambiente para que, pese a fallar con el retoque, el diestro paseara una oreja.
El segundo del lote de Román llevaba el hierro de Hermanos García Jiménez y pecó de falta de fuerza ya de salida. Tras acudir dos veces al caballo, el matador, que contaba en su cuadrilla con otro cántabro, Julio López, no quiso dejarse ganar la pelea, ofreció el trasteo al respetable valdáligo y muleteó de forma aseada a un animal que nunca llegó a entregarse. Una última serie con el diestro más cerca del terreno del toro le sirvió, pese a no matar bien, para cortar dos orejas.
Había abierto plaza Lea Vicens, que en primer lugar se encontró con un toro de El Canario que pronto acusó su falta de poder. En el cuarto, la generosidad del presidente le permitió cortar dos orejas y rabo. T
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