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Aarón Vallines, Lucía y Guillermo Ortiz charlan con Francisco Díaz en el exterior de la Ganadería Ibiolimusin. Alberto Aja
De 'Erasmus' con las vacas de Ibio

De 'Erasmus' con las vacas de Ibio

A pie de campo ·

Un joven de Cáceres que acaba de incorporarse al oficio vive durante una semana en una explotación ganadera cántabra

Candela Gordovil

Santander

Viernes, 16 de diciembre 2022, 07:10

El pasado septiembre llegaron a la Universidad de Cantabria (UC) hasta 336 estudiantes de Erasmus y de intercambio. Lo que hace Francisco Díaz no es exactamente lo mismo. Pero parecido. «Muy intenso. Es como un máster de un año pero en una semana». Gracias a Cultiva, el programa de Estancias Formativas de Jóvenes Agricultores en Explotaciones Modelo impulsado por el Ministerio de Agricultura, este joven de Cáceres está disfrutando durante esta semana de una inmersión formativa en la Ganadería Ibiolimusin, en Ibio (Mazcuerras), para «adquirir y consolidar in situ conocimientos sobre aspectos técnicos y de gestión que puedan aplicar en el desarrollo de su propia actividad agraria». Esta no es la única explotación cántabra incluida en un listado con 196 ganaderías de toda España. Los jóvenes que se incorporan al sector también pueden ampliar sus conocimientos en la Ganadería Val del Mazo, en Cañedo (Soba) y en la Granja Cudaña, en Labarces (Valdáliga).

Francisco, o Kiko, como le conocen ya en Ibio, llegó a la región el pasado domingo. Tuvo suerte porque le asignaron el destino que pidió como primera opción en su lista de preferencias: la Ganadería Ibiolimusin. Una explotación ganadera de raza limusín que fundó Guillermo Ortiz en 1985 y que se ha ido a renovando gracias a la incorporación de su hija, Lucía Ortiz, y posteriormente su yerno, Aaron Vallines, que también están al frente de la carnicería del negocio familiar. «Hay que hacer equipo y formar a la gente. Es importantísimo el relevo generacional en el sector primario. Por eso este proyecto es tan necesario. Estamos encantados de recibir a jóvenes de toda España. Porque también aprendemos nosotros», confiesa Lucía Ortiz.

LAS FRASES

«El bagaje que te proporciona salir fuera de casa es imprescindible para ejercer profesionalmente»

Francisco Díaz

Ganadero de intercambio

«Algunos creen que para este oficio no hace falta formación y que vale cualquiera. Pero no es así. Hace falta, y mucha»

Guillermo Ortiz

Ganadería Ibiolimusin

«Es imporantísimo el relevo generacional en el sector primario. Por eso este proyecto es tan necesario»

Lucía Ortiz

Ganadería Ibiolimusin

Díaz lleva el gen ganadero en la sangre. Su padre, culpable de que así sea, le inculcó desde pequeño los valores «que rigen esta profesión». Tanto, que soñaba con poder criar sus propias vacas. Y así fue. «Tengo 31 años y llevo desde los 18 trabajando como ganadero con mi familia y en otras empresas». Por eso, cree que «el bagaje que te proporciona salir fuera de casa es imprescindible para ejercer profesionalmente. Yo aquí soy como una esponja. Y lo pregunto todo».

El joven ganadero cacereño limpia el suelo del establo. Alberto Aja

Cuando dice todo, es literal. Y Guillermo Ortiz y su familia están «encantados» de ayudarle. Desde la estricta y cuidada alimentación de las vacas, a las técnicas de esquilado para «ponerlas guapas» y las habilidades para la gestión empresarial. Ya que, a pesar de que es un oficio «muy vocacional», no deja de ser un negocio. «En definitiva, todo el proceso desde que nace una vaca hasta que llega a la carnicería y se vende», añade Díaz. Ese es precisamente el objetivo de las estancias formativas, todas desarrolladas en España: «Se pretende ofrecer a los jóvenes siete horas de formación diaria sobre diferentes temáticas, como la planificación y gestión económica y financiera de las explotaciones o el uso de tecnologías digitales».

Francisco escucha atentamente al equipo de la ganadería de Ibio. Alberto Aja

Todo incluido

El programa Cultiva, a diferencia de los Erasmus, cuenta con todos los gastos cubiertos. Por ejemplo, Francisco Díaz se está hospedando en la posada Llosa de Ibio, una casa rural muy cercana a la explotación. Y desayuna, come y cena en el Mesón Ibio, que pertenece a la misma familia que la posada. «Está todo incluido en la beca. También el kilometraje. Es una auténtica gozada que te paguen por aprender», detalla. Pero hay más. A todos los ganaderos que se suman al programa y que, en consecuencia, dejan temporalmente sus labores, la beca les incluye 100 euros diarios como ayuda para que puedan contratar a alguien que cuide de su negocio en su ausencia. Por todo esto, se considera un auténtico afortunado. Y no lo dice solo él, también muchos de sus amigos, que incluso le recriminan la suerte que tiene: «Todo el rato me dicen: 'Ojalá pudiese yo hacer lo mismo'».

En la misma línea se encuentra Guillermo Ortiz, al que le hubiera «encantado» hacer algo similar cuando él empezó. Por eso, invita a que todos los jóvenes ganaderos se sumen a este proyecto. «Algunos creen que para este oficio no hace falta formación y que vale cualquiera. Pero no es así. Hace falta, y mucha. Y que el sector primario continúe vivo muchos años más», destaca.

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