La estampa ideal del atardecer en Gerra

Lucía Alcolea

Cabezón de la Sal

Viernes, 30 de julio 2021, 07:27 | Actualizado 15:39h.

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Viajar en una burbuja móvil y despertar en un sueño de paisaje. Disfrutar de un aperitivo al final del día frente a los acantilados y el mar. Dejarte acariciar por el fresco de Cantabria, paladear la naturaleza. Los aledaños de las playas de la costa Occidental se convierten en verano en aparcamientos improvisados con las mejores vistas. Los privilegiados que logran coger sitio en las praderas verdes que rodean los arenales casi pueden tocar el sol con el dedo, mientras el olor del mar se mezcla con el café de la mañana o el vino de la tarde. La estampa es tan ideal que parece ficción. Al atardecer, una gama cromática de tonos rosáceos se despereza en el cielo y todo se vuelve bucólico, onírico.

La hora dorada tiene tanto éxito en el costado de San Vicente de la Barquera que decenas de personas acuden cada día a observar la caída del sol en el alto de Gerra, en el paseo entre La Rabia y San Vicente. Los dos establecimientos de hostelería de la zona colocan mesas y sillas sobre la ladera inclinada y los asistentes en agosto se cuentan por cientos. El enclave es inigualable, porque allí se tocan las montañas y el mar, con los acantilados y los Picos de Europa de fondo. La pena es que este año en Cantabria abundan los días grises, lo que no es óbice para que la gente siga yendo a la colina, porque con sol o sin él, el mirador de Gerra es el mirador de Gerra. El año pasado la afluencia fue tan elevada que en ocasiones los vehículos llegaron a colapsar la carretera de acceso al pueblo, impidiendo el paso de los vecinos. La Policía Local se vio obligada a imponer sanciones por estacionar en los márgenes de la vía. En ocasiones ver el paraíso sale caro.

La costa Occidental es uno de los lugares más frecuentados del verano cántabro y no es para menos. El aire puro y limpio, el silencio y la inmensidad del mar son la mejor combinación.