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Una de las más valiosas representaciones murales de barcos de la Baja Edad Media del Cantábrico está a punto de perderse definitivamente si no se actúa de inmediato. Este sería el último paso de la historia de abandono que sufre el que durante seis ... siglos fue uno de los mas importantes centros de leprosos de la región, la Orden de los Lacerados Malatos de la Casa de Señor San Lázaro, en Abaño (San Vicente de la Barquera).
La asociación Hispania Nostra ha denunciado de nuevo esta situación ante el «alarmante deterioro» que han sufrido dichas pinturas. Desde esa asociación piden a las autoridades competentes que protejan las pinturas de inmediato. El lamentable estado en el que se encuentra la capilla que acoge dichas pinturas ya llevó a Hispania Nostra a incluirla en el año 2015 en la 'lista roja' del patrimonio, en la que figuran cerca de 800 monumentos españoles que corren el riesgo de desaparecer.
Los orígenes de este monumento se remontan al año 1232, momento en el que se recogen los primeros textos fundacionales de esta orden que dio cobijo a los leprosos de la comarca hasta el año 1828. Desde entonces, la propiedad fue pasando por diferentes manos hasta que en la década de los ochenta del pasado siglo fue adquirida sus actuales propietarios, un matrimonio que reside en Estados Unidos, cuya esposa es originaria de San Vicente.
Mientras el estado de ruina seguía apoderándose de la edificación, en el año 1998 el arqueólogo y profesor Ramón Bohigas descubrió unas pinturas en los muros del interior de la capilla. Esas pinturas, desconocidas hasta aquel momento, comenzaron a aparece al desprenderse partes de las muchas capas de cal que se daban a estos centros ocupados por leprosos.
Entre las pinturas se encontraban elementos simbólicos y dos grandes barcos de una extraordinaria calidad, ya que todos sus elementos están realizados con gran precisión y detalle. El exdirector del Museo Marítimo y gran especialista en la historia naval, José Luis Casado, que fue llamado tras el descubrimiento, no dudó en señalar que «constituyen la más valiosa representación de los barcos cantábricos que se conoce del final de la Edad Media, ya que representan a los buques que hicieron posible el descubrimiento de América y los Nuevos Mundos».
Al mismo tiempo que se realizó este descubrimiento se localizó nueva documentación sobre la leprosería, que la convirtió en la mejor documentada de toda la cornisa cantábrica. Todo ello contribuyó a que en el año 2003 el Gobierno de Cantabria lo incluyese en el Inventario General del Patrimonio Cultural con la categoría de Bien de Interés Local, lo que además de suponer un reconocimiento a sus valores, debería haber sido una garantía para su protección.
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