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El miércoles por la tarde ya había cierto murmullo en Cabezón sobre el tiroteo de Mazcuerras. «Creo que ha sido increíble», comentaba una mujer en una terraza del barrio La Losa. Las noticias vuelan. Y volando –de deprisa–, pero sobre la carretera, parecía que iban los coches, el de los fugados y el de la Policía, que protagonizaron una persecución policial en el pueblo de Herrera de Ibio, que terminó con al menos un disparo al aire de los agentes, tres acusados de traficar con droga detenidos y todo un valle revolucionado. Porque imagínense a dos vehículos, uno a la cola del otro, circulando a una velocidad «tremenda» por las estrechas callejas del pueblo, como describía ayer Francisco Javier Gutiérrez, uno de los vecinos de la localidad que presenciaron o escucharon la carrera.
La huida venía de lejos. Concretamente, de Asturias. Formaba parte de una operación antidroga dirigida por el Grupo de Estupefacientes de la Jefatura Superior de la Policía de la comunidad autónoma vecina. Los investigados se dieron a la fuga en coche –testigos aseguran que se ... trataba de un Hyundai– en el oriente asturiano hasta llegar a Cabezón de la Sal, donde se saltaron el control dispuesto y embistieron a dos dotaciones de la Policía Nacional en Cantabria. Fue entonces cuando se inició la persecución que terminó irrumpiendo a toda velocidad en el pueblo de Herrera de Ibio. Como un elefante en una cacharrería, porque Herrera es un lugar tranquilo y apacible, «en el que nunca pasan estas cosas», decía ayer Prudencio de Cos, propietario de la vivienda ubicada justo en la bifurcación que tomaron los delincuentes a toda velocidad en su huida.
En el pueblo ya no se habla de otra cosa. Solo de los tiros «que pegó la Policía». Gutiérrez conoce la cronología de los hechos. «Primero entraron en la plaza por la zona de la bolera y giraron a la izquierda para continuar por caminos de la concentración parcelaria», relata el hombre. Después continuaron por 'la frenosa' hasta llegar a una pista en una zona boscosa que tan solo tiene una salida hacia Ibio, pero que los fugados nunca llegaron a atravesar. La Policía logró detenerles antes y, al parecer, pegó algún tiro al aire. Hay quien dice que solo una vez. Hay quien dice que más. La cantidad de disparos es lo de menos, porque lo que no se les va a olvidar a los vecinos es el estruendo. Primero, de los motores 'rugiendo' por las estrechas callejas del pueblo y segundo, del disparo. O disparos. «Pensábamos que los chavales estaban haciendo carreras de coches y que lo que se oía era el tubo de escape», asegura Gutiérrez. Pero no, era un tiro, «igual que en las películas».
También vio los coches Ciriaco Herrera, que reside en el número 21 y desde su corralada atisba la bolera. «Pensé que eran jóvenes que conducían rápido y no le di mayor importancia», apunta. Él sería de los pocos que no se asustaron el miércoles en Herrera de Ibio. «A nosotros nos llamó una amiga para que no saliéramos de casa porque había un tiroteo, nos dijo, y que tuviéramos cuidado con las criaturas, porque esta gente no frena ante nadie», relata también Gutiérrez.
Otro vecino que prefiere no dar su nombre afirma que él no se enteró, aunque su casa está justo en la brecha del suceso. «Aquí no se habla de otra cosa», expone. El murmullo seguirá escuchándose varios días o semanas.
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