El Instituto de Hidráulica elabora un estudio para ampliar el rompeolas de San Vicente

Al menos en estos momentos se está cumpliendo la que, durante muchos años, ha sido una reiterada petición por parte de la Cofradía de Pescadores para que se realice un análisis riguroso sobre dicha propuesta. La misma, según se ha reivindicado todo este tiempo, permitiría a San Vicente de la Barquera convertirse en el deseado puerto refugio que se necesita para cubrir la amplia franja de costa que hay entre los puertos de Santander y Gijón.

El actual presidente del IH, Raúl Medina, capitanea desde el verano el grupo de investigación de Ingeniería Marítima de la UC que realiza el estudio. Un trabajo que se enmarca dentro del convenio que tiene con el prestigioso centro la Consejería de Obras Públicas para profundizar en el conocimiento del ciclo del agua y los sistemas asociados.

Según ha podido adelantar la propia directora general de Puertos de Cantabria, Sandra García, el estudio se encuentra «muy avanzado», pero aún faltan por ultimar algunos aspectos importantes para concretar las diferentes alternativas sobre las que se está trabajando, en base a los resultados e impactos que generaría cada una de ellas.

Para ello, se han analizado en primer lugar las condiciones del clima marítimo para cuantificar la peligrosidad del acceso al puerto a lo largo de todo el año, teniendo en cuenta los oleajes y corrientes, realizando también entrevistas a los propios marineros. Se hace todo ello con el objetivo final de «reducir o minimizar esa peligrosidad, consiguiendo con ello una mayor operatividad del puerto durante más días al año».

Junto a las propuestas de prolongación del espigón, también se baraja una iniciativa conjunta que incluiría esa ampliación junto a otros trabajos para reducir una punta rocosa situada en la zona conocida por los propios marineros como 'El Andresín', que, según dicho estudio, es una de las causas que acentúa el oleaje en ese punto de entrada a la canal de navegación. Al parecer, esa actuación implicaría una prolongación menor del espigón para conseguir mejorar la seguridad y operatividad que se busca y, con ello, un posible menor impacto y coste económico.

De todas formas, en las diferentes alternativas en las que se trabaja se tendrán en cuenta los efectos que la actuación tendrá en el resto del estuario, algo fundamental para que el posterior proyecto que se pretenda ejecutar pueda superar favorablemente el correspondiente informe de impacto ambiental.

La ejecución final puede ser clave para el futuro del puerto barquereño. Tras muchos años de retroceso en todos los órdenes, las mejoras que se han ido ejecutando se han convertido en un revulsivo para la actividad pesquera y deportiva, como se ha mostrado con datos en los dos últimos ejercicios, en los que se ha logrado los mejores resultados de su historia, con importantes incrementos en el volumen de las capturas y de los ingresos generados.