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La ganadera de Ruente, Cristina Muñiz, afirma resignada que casi todos los años pierde alguna oveja a manos de los lobos, a pesar de lo ... cual no suele ponerse en contacto con la prensa, pero el ataque de la noche del miércoles fue diferente, «porque se ha producido muy cerca del pueblo». Concretamente, afirma, en la finca donde hasta ayer pastaban sus diez ovejas, «a sesenta metros de nuestra casa». Por eso ha querido denunciarlo. A Cristina le avisó un vecino a las diez de la mañana de ayer jueves, «que se había encontrado a una de mis ovejas muerta a cuatro metros de la puerta de su vivienda». Una segunda apareció un poco más arriba de la colina, «completamente descuartizada». Del resto de los animales no había ni rastro. El marido de Cristina pasó la jornada buscándolos y terminó encontrando a otras seis en el prado de otro vecino. «Se ve que estaban asustadas y huyeron». De las otras dos que faltan nadie sabe nada, pero la propietaria está segura de que «las han matado también, porque si no, habrían aparecido junto a las otras». Quizá, asegura, «estén por ahí metidas en algún bardal».
Del ataque nadie se dio cuenta, salvo los dos perros del vecino, «que al parecer se pasaron toda la noche ladrando». Tampoco notó nada raro el marido de Cristina, cuando a las cuatro y media de la mañana del jueves se acercó a la finca para comprobar que estaba bien cerrada y echar una ojeada a las ovejas antes de marcharse a trabajar. «Estaban todas bien, así que los lobos llegaron más tarde». Y mataron al menos a dos, «tal y como ha certificado el guarda», confirmaba ayer la ganadera, alarmada «porque los mamíferos atacan cada vez más cerca de los núcleos poblacionales».
De hecho, «no es la primera que vez que sucede» en este pueblo del Valle de Cabuérniga. «Hace diez días ya mataron a otra oveja al lado de otra vivienda». «Luego viene la gente de fuera, te pregunta, y cuando le cuentas lo que sucede se ríe de ti, no se cree que algo así pueda suceder», argumenta Cristina, «harta porque a los animales ya no los recuperas». A los animales no, pero la Administración compensa la pérdida económica. «Sí, pero últimamente se están retrasando mucho en los pagos», explica esta vecina de Ruente. «Tengo animales sin cobrar desde hace un año y sé que hay más gente en mi misma situación», insiste.
En cualquier caso, el dinero no cubre la impotencia que sienten los vecinos cuando se producen este tipo de ataques. Un problema que no podrá solucionarse mientras las partes implicadas no logren llegar a un acuerdo.
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Ana del Castillo
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