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Manuel Ibáñez, vecino de Villanueva de la Peña (Mazcuerras), no recuerda ya el día que empezaron las obras del puente sobre el río Saja que conecta su pueblo con Virgen de la Peña, en Cabezón de la Sal. «Yo creo que era 2017», aseguraba este ... jueves a punto de salir en bicicleta. Manuel recuerda mal. Los trabajos de construcción de la vigorosa plataforma -tiene 90 metros de longitud-, que se abrió al tráfico este pasado viernes tras cinco años en obras, comenzaron en septiembre de 2018. El proyecto se anunció un miércoles 24 de mayo del año anterior, en un acto al que acudió el entonces consejero de Obras Públicas, José María Mazón, acompañado del hoy dimitido José Luis Gochicoa (era director general) y de los alcaldes. Ese día se habló de la necesidad de construir una nueva plataforma por los problemas que daba el viejo puente -mide tan solo seis metros de ancho y apenas se puede circular en doble sentido-. En febrero de 2018 se adjudicó el proyecto a la UTE Ascán-Emesa y en septiembre comenzaron los trabajos. Se adelantó que las obras concluirían a finales de 2018, como mucho principios de 2019. Fue la primera estimación fallida de todas las que se han ido dando hasta que, por fin, se ha abierto el puente a la circulación, el 24 de marzo de 2023.
«Te voy a decir una cosa, tengo 68 años y ya se hablaba de construir un puente nuevo cuando iba a la escuela», relata Manuel. Era una demanda histórica. Lo dijo Mazón en esa primera visita. Al principio, los trabajos y las palas excavadoras en medio del río Saja causaron expectación. También alguna protesta por parte de grupos ecologistas, que denunciaban el impacto ambiental de la estructura. Las labores siguieron avanzando hasta que en octubre de 2019 la plataforma desde la que se dirigían las obras se vio afectada por el desbordamiento del río como consecuencia de las inundaciones. Las tareas se retrasaron unas dos semanas. Nada grave. Entonces estimaron que podría estar listo en el verano de 2020. Pero en marzo llegó la pandemia de covid y hubo «problemas para conseguir los materiales necesarios», decía Gochicoa, ya consejero de Obras Públicas. Apenas se veía actividad. «Algunos días solo había dos obreros trabajando y poco ruido», comenta José Antonio Obregón, camarero del restaurante Los Abetos, situado casi a pie de obra. Los operarios construyeron un muro para no dañar la terraza del establecimiento hostelero y atravesar la zona era un auténtico engorro.
En junio de 2020, la situación ya empezaba a mosquear a los vecinos. «Estábamos aburridos», recuerda Ricardo Gómez, de Ibio. Lo que iba a terminar en un año y medio iba camino de tres. Concluía la primera fase de los trabajos con las labores de cimentación. Tocaba construir en un taller los pilones y el tablero a medida -Gochicoa aludía a la complejidad de levantar una estructura de tal envergadura-. Dieron una nueva fecha -la primavera de 2021-, que tampoco se cumplió.
Sin embargo, en el mes de septiembre ya se apreciaba el esqueleto de la plataforma. Ya una estructura unía ambos pueblos. Parecía que la cosa avanzaba, pero este es el puente de la mala suerte. En noviembre, otra vez el río Saja se llevó por delante uno de los pilares provisionales. Los vecinos clamaban al cielo y temían que la estructura se viniese abajo. El alcalde de Mazcuerras, Francisco Javier Camino, alertaba sobre este riesgo. Desde la Consejería insistían en que las piezas estaban perfectamente ancladas. No pasó nada, salvo que de nuevo se retrasaron los trabajos.
El año 2022 comenzó con la colocación de los cables que sujetaban la estructura colgante. Fue un avance importante que congregó a medios de comunicación y alcaldes de la zona. Volvieron a predecir que el puente estaría en marcha en «marzo o abril», justo antes de que una pala excavadora volcase sobre el río, un detalle «sin importancia» fruto de la mala suerte. Fue la gota que colmó el vaso. En el mes de junio se empezó a hormigonar y en septiembre ya se hablaba de barandillas. La apertura estaba próxima, pero ya nadie se aventuraba a dar una fecha concreta.
Y llegó 2023, el año en el que, por fin, el puente se ha abierto al tráfico. Fue este viernes, ya acabando el mes de marzo, más de cuatro años más tarde de lo previsto. Dentro de otros tantos años quizás apenas se recuerde -o sí- que el de Mazcuerras y Cabezón es el puente de los infortunios.
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