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Es primavera y la casa del Duque en Comillas absorbe toda la luz desde un alto. El palacio del siglo XIX propiedad de los descendientes de Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro, duque de Almodóvar del Río, parece habitarle a uno, ocuparle, y no al revés. Es tal su grandiosidad, que el huésped no logra reposar la mirada con tantos elementos que le apabullan. Es estar en una película, con los decorados originales mientras tienes la sensación de que invades, un poco, lo ajeno. Y a partir de ahora quien quiera, lo puede averiguar. Los descendientes del duque y actuales propietarios han organizado visitas guiadas al interior de la excelsa edificación de estilo inglés con la compañía Visitacantabria.es. La iniciativa comenzará este viernes y se desarrollará hasta el domingo, pero después la intención es continuar todos los fines de semana hasta julio, cuando se abrirá todos los días.
El enorme terreno sobre el que se asienta la mansión es un anticipo de lo que uno encuentra dentro. «Está construida a base de piedra, ladrillo y madera», comenta Ivana Palacio, de la empresa que gestiona las visitas. Un sol deslumbrante impide alcanzar el cielo del edificio, por mucho que inclines la cabeza. La ubicación de la construcción, junto al mar, es una de sus fortalezas y su mayor debilidad de cara a la conservación de los materiales. Al entrar, lo primero que se percibe es el suelo de madera, cuya presencia acompaña a lo largo de todo el recorrido por las dos plantas de este recio edificio –tiene tres alturas pero el ático no está abierto al público–. Comenta Ivana que la madera «procede de la colonia de Poo en Guinea y se conserva tal cual». No hay polillas, es cálida y dura. El corazón del edificio está atravesado por una escalera que parece medio suspendida en el aire o apenas sujeta a un trozo de pared. Es la columna vertebral de la casa del Duque. En torno a ella, dieciséis habitaciones, un salón, más de media docena de aseos, la cocina en el sótano y ventanas. Hay ventanas por todas partes y el paisaje entra en cada estancia.
Es primavera en el interior de la casa, lo es siempre, por los motivos florales que decoran el papel de las paredes. «Todo está igual que hace cien años». Los sofás, la cómoda, los portarretratos con fotografías de ancestros de heráldica profusa. En la primera planta, entre las estancias, cuatro baños en hilera, estrechos, cada uno de un color. Las cortinas, la tapicería, los muebles... todo es valioso y antiguo. No da tiempo a quedarse con los detalles. Harían falta horas y días. Hay pasillos, recovecos, rincones que se escabullen tras un primer y segundo e incluso tercer vistazo. Es mucha casa para una sola visita, pero merece la pena.
El precio de la entrada es de 10 euros, excepto los niños de entre 7 y 12 años, que pagan 6 y los menores de 7, que acceden gratis. El recorrido dura una hora en grupos de veinte personas. Ivana, que será la guía y maestra de ceremonias, explicará por qué el Duque decidió construirse esta mansión en Comillas y hablará del esplendor de la villa que visitaba el rey Alfonso XII, amigo del marqués Antonio López. Ellos, unos cuantos borbones y demás ilustres figuran en el libro de visitas. Intacto desde hace un siglo.
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Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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