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San Sebastián de Garabandal podría ser un pueblo más de los muchos con que cuenta Cantabria en sus valles y montañas a los que se asemeja por su emplazamiento en un entorno natural de gran belleza, por su arquitectura popular bastante bien conservada, y por ... el abandono que ha sufrido de una gran parte de la población nativa en las últimas décadas. Sin embargo, esta localidad situada en la ladera norte de la mítica Peña Sagra, perteneciente al municipio de Rionansa, no es un pueblo más. Su nombre no aparece en ninguna señal a lo largo de todo el recorrido de la carretera regional que discurre por el valle del Nansa, como se anuncian otros lugares de interés turístico o cultural de la comarca, como Tudanca, El Soplao o la Ferrería de Cades.
Y aún así, hasta San Sebastián de Garabandal acuden a lo largo del año numerosas personas procedentes de todos los puntos de España y de los más remotos países del mundo. Todos ellos atraídos por las supuestas apariciones marianas a cuatro niñas de la localidad entre los años 1961 y 1964.
En aquel tiempo esta pequeña aldea -prácticamente aislada, pues en aquella época no contaba con carretera asfaltada en los cerca de cinco kilómetros de distancia que le separa de Cosío- acaparó la atención de los medios de comunicación y de la Iglesia, reuniendo a miles de personas en algunas de las muchas apariciones anunciadas con antelación.
Aquellos hechos extraordinarios han cambiado desde entonces la vida de este pueblo, que a la pérdida de población autóctona que sufre, como todo el mundo rural, ha sumado la llegada de familias australianas, inglesas o argentinas, entre otras nacionalidades, que residen de manera permanente, junto a otros de diferentes lugares de España o de distintos países, que pasan allí largas temporadas. Todo ello ha favorecido que la mayor parte de las casas se encuentren restauradas y que muchas antiguas cuadras se hayan reconvertido en viviendas.
Además, San Sebastián de Garabandal cuenta con una buena oferta de alojamientos en relación con su tamaño, que, sin embargo, resulta insuficiente en ciertas épocas del año para albergar a los muchos peregrinos que acuden con vistas a vivir su experiencia religiosa en un lugar que consideran sagrado y mágico.
El extraordinario interés que despertó Garabandal en su momento llevó a muchos a pensar que, con el tiempo, podría llegar a convertirse en un lugar de gran atracción religiosa, como sucedió con Lourdes o Fátima. Pero al no haber contado las supuestas apariciones con el reconocimiento oficial por parte de la Iglesia ha dado como resultado que el pueblo permanezca sin haber perdido su esencia, algo que, por otra parte, agradecen los creyentes que se mantienen fieles a Garabandal.
«La sencillez de este lugar, su humildad y la belleza que le rodea nos hace vivir con más paz e intensidad el amor a la Virgen que sentimos aquí», declara una de las jóvenes de la familia Garrido Pareja que ha venido en peregrinación desde Cataluña para orar ante los pinos, el lugar donde se produjeron las supuestas apariciones a las jóvenes Conchita, Mari Cruz, Jacinta y Mari Loli.
«Garabandal te abre el corazón y te permite profundizar en la relación con Dios. Habíamos oído hablar de lo que sucedió aquí de una manera no muy buena, pero cuando profundizas en su historia y la conoces sin edulcorantes, encuentras sentido a todo. Es sorprendente, pero como la Iglesia no ha dado aún su veredicto hay que ser muy prudentes para valorar aquello, aunque tienen pinta de ser hechos sobrenaturales», reconoce el matrimonio Marqués que acudió también desde Cataluña con sus ocho hijos.
Como ellos, son muchas las personas que acuden a diario hasta este lugar, especialmente para dirigirse a Los Pinos, el paraje de las apariciones, situado muy cerca del pueblo, trayecto que se hace por un camino que se mantiene en estado natural, marcado por un vía crucis y diversos motivos religiosos. El pueblo cuenta con un centro de recepción de peregrinos que atienden desinteresadamente voluntarios, en donde se proyecta un documental sobre los acontecimientos vividos en los años sesenta que marcaron el futuro de San Sebastián de Garabandal.
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