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Regenerar el río Saja bajo la máxima de respetar su propia personalidad. Mejorar el cauce sin ahogarlo, dejar que el agua siga su curso. Con este principio han dado comienzo las obras sobre el río Saja que evitarán futuras inundaciones en los municipios de ... Cabezón de la Sal, Mazcuerras y Reocín. El inicio de los trabajos, que las administraciones (Gobierno de España, Gobierno de Cantabria y ayuntamientos) comenzaron a plantear en 2019, fue presentado ayer por la delegada del Gobierno, Ainoa Quiñones; el director general del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teodoro Estrella, y el presidente de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), Manuel Gutiérrez. A la cita acudieron también el alcalde de Cabezón, Óscar López, y el primer teniente alcalde del Ayuntamiento de Mazcuerras, Raúl Fernández.
Acaban de empezar. Las obras. Al menos la parte que le corresponde al Ministerio -el Gobierno de Cantabria ya ha ejecutado la mayoría de las que le corresponden- y estiman que se alarguen dos años, aunque para el invierno de 2024 «ya estaremos más protegidos», aseguró ayer el presidente de la Confederación. Se trata de dos actuaciones diferentes. Por un lado, la que atañe a los núcleos de Caranceja y Casar de Periedo, que alcanza los 3,4 millones de euros. Por otro, la que se ejecutará entre Santa Lucía, en Cabezón, y Villanueva de la Peña, en Mazcuerras, dos municipios unidos -o separados- por el río. Para bien y para mal. Ésta última costará otros 5,2 millones de euros. En total, 8,6 millones que servirán para que ocho mil habitantes duerman tranquilos, incluso aunque llueva mucho. Muchísimo. Para que no tengan miedo de que el río se 'trague' sus casas y revivir aquellas fatídicas inundaciones que tanto daño hicieron en 2019.
¿Y cómo se hará? Dándole espacio al Saja, primando su voluntad. Por eso, en vez de escolleras de grandes piedras que terminen desmoronándose ante la velocidad del río, dejando desprotegidos los núcleos de población, se construirán «pequeñas motas de delimitación del espacio fluvial». Así lo explicó ayer el presidente del organismo hidráulico. Las administraciones han deducido que la convivencia con el río pasa por respetar su espacio y «activar sus procesos naturales». Además de estas motas, el plan incluye «construir un brazo de desbordamiento por el que circularán las aguas, lo que reducirá su velocidad», así como «crear una serie de islas para recuperar el trazado original del cauce -mucho más trenzado-». Ya lo dice el refrán, «agua que no has de beber...».
Una vez se haya llevado a cabo la recuperación «hidromorfológica del Saja», se procederá a mejorar el hábitat fluvial en el aspecto medioambiental. Así, «se irán suprimiendo las especies invasoras y se realizarán las labores de mantenimiento necesarias para que no vuelvan a salir». De hecho, se proyecta activar un proceso de participación y que la ciudadanía entre en contacto «con este tramo emblemático del río Saja». La idea es desarrollar «jornadas ambientales con la posibilidad de que asociaciones ambientalistas custodien el territorio». Divulgar la importancia del hábitat. En definitiva, crear «una especie de aula de la naturaleza, donde se pueda mostrar el proceso fluvial». Si las personas conocen su entorno con mayor profundidad, es previsible que lo respeten más. Que el miedo al Saja se convierta en amor al Saja.
Además de las actuaciones del Gobierno de España, el Ejecutivo Regional ha venido realizando diversas actuaciones en puntos muy concretos del río, también enfocadas en acabar con las inundaciones.
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