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Eduardo Rodríguez cayó con el pie derecho en su primera novillada con muerte. El de Labarces le cortó dos orejas a un complicado novillo de Concepción Quijano y puso patas arriba una plaza de toros de Palencia que le acabó despidiendo con gritos de ¡torero, ... torero! También triunfó otro alumno de la Escuela Taurina de Santander, Eduardo Ruiz de Velasco, que paseó dos apéndices de su oponente de Antonio Bañuelos.
El festejo, enmarcado dentro de las celebraciones de la feria chica de Palencia, congregó a en el coso de Campos Gótinos a cerca de 2.000 espectadores, que asistieron a una novillada organizada por la Escuela de Palencia, centro al que está asociada la Escuela de Santander, y en la que se lidiaron tres novillos de Antonio Bañuelos y otros tres de Concepción Quijano.
A Rodríguez, que había quitado en el novillo anterior por gaoneras, le correspondió en suerte un novillo de Quijano, de procedencia Domecq vía Jandilla y Hermanos García Jiménez, complicado por el pitón izquierdo y que por el derecho permitió al cántabro estirarse en varias series que conectaron con el tendido. Era el estreno del novillero en un festejo con la muerte de la res, pero pese a ello se impuso a su oponente gracias a una voluntad sin fisuras y a una valentía sin estridencias.
Rodríguez tiene gancho, un don para llegar al tendido y levantar al público de sus asientos. A medida que avanzaba la faena, su aire rebelde y su arrojo frente al novillo pusieron de pie a los espectadores, que jalearon un tramo final en el que el de Labarces recordó, incluso físicamente, la rebeldía de un joven de Córdoba que tocó el cielo del toreo. Aires nuevos, metal por bruñir para una afición cántabra que se desplazó a la capital palentina en autobús para no perderse el estreno del valdáligo. Dos orejas de ley y gritos de ¡torero,torero! por parte del graderío.
Mismo premio obtuvo otro alumno de la escuela de Santander, Eduardo Ruiz de Velasco. Madrileño afincado en San Sebastián, el diestro posee un concepto diferente al de Rodríguez, más pausado, más clásico y entroncado con la afición más exigente. Una muleta castellana que le permite someter a sus oponentes y que, en Palencia, le permitió triunfar y mantener su crecimiento exponencial.
Eduardo Rodríguez, Ruiz de Velasco, Daniel Medina, Hugo de Juana…cántabros o casi cántabros que empiezan a despuntar y que han despertado la ilusión a una afición siempre latente, pero a veces falta de referentes, y que ahora vuelve a tener toreros para seguir.
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