Un novillero en Tudanca

Laurita recita dichos típicos de la zona ante la cámara cuando ve a Dani. Es un día agitado en Tudanca, ha ido la televisión a grabar un programa y los vecinos son participes del mismo. Sin embargo, lo que de verdad le hace ilusión a Laurita es reencontrarse con Daniel Medina (Laguna de Duero, 15 de noviembre de 2003), un novillero vallisoletano que ya es un cántabro más y que es el diestro que más festejos ha toreado en un mismo año, el 2022, en Cantabria: un total de siete.

La historia de sus comienzos en el mundo del toro suena a clásica, a torero forjado en el siglo XX. «De pequeño me gustaba ver los encierros de mi pueblo y, sobre todo, las novilladas, ahí me empezó a gustar el toro». Sin antecedentes taurinos en la familia, el primer paso fue acercarse al lugar de entrenamiento de los profesionales pucelanos, la plaza de toros cubierta de La Flecha, y el posterior, llevar a su padre a conocer Salamanca. «Me recomendaron ir a la escuela a Salamanca. Salía del colegio, iba a comer y mi padre me llevaba a entrenar a Salamanca y me esperaba por allí. En cuatro años conoció la ciudad a la perfección».

Un sacrificio que fue un paso más allá cuando Medina, con 16 años, tuvo que tomar otra decisión: mudarse. «Mis padres tenían mucho trabajo y no podían llevarme siempre, así que me fui a vivir a Salamanca con otro novillero y un banderillero». Un sacrificio que merece la pena, pero que al principio le supuso varios quebraderos de cabeza. «En diez días cambió mi vida por completo; lo volvería a hacer, aunque me hubiera interesado más por aprender a cocinar... no sabía ni hacer un filete. Eso me quitaba tiempo de descansar o de entrenar», sonríe.

Un periodo de iniciación que le permitió conocer a Alejandro Marcos, matador salmantino y nexo de unión de la vinculación definitiva de Dani con Cantabria. Y es que, pese a tener un tío en San Vicente de la Barquera y otro en Selaya, su enlace con Tudanca es Eduardo Martínez, empresario y apoderado que 'casi' se vio obligado a ponerse al frente de la carrera de Medina. «Alejandro me vio torear y, como es muy amigo de Edu, le animó a ver la novillada. Se puso pesado, la vio y cuando pasé a la final nos conocimos más. Al año siguiente ya decidimos juntarnos». Para entonces Medina conocía Cantabria y Tudanca y había conectado de tal forma con la zona que fueron los chavales del lugar los que presionaron para que la unión se concretara.

Una cuadrilla que, liderada por Martínez, ha echado la 'pata para adelante' para completar una pasada temporada taurina de la que Medina ha sido parte clave. Tras arrancar en Santoña, con una novillada sin caballos, el pucelano debutó con picadores en una tarde invernal en Pesaguero para después triunfar en Requejo, Rasines, Polaciones y Santoña y dejar bien claro que quiere ser figura ante una novillada imposible de Hípica Zahorí en Ampuero. «Me siento uno más en Cantabria, la gente ya me conoce y me siento muy querido. Es bonito eso, en 2021 no imaginaba que podía llegar a lograrlo».

Dani pasea por el pueblo, ayuda a Eduardo en sus tareas profesionales de veterinario y se ha empapado de cultura cántabra y taurina en la Casona de Tudanca, donde José María de Cosío dejó una impronta de incalculable valor.

Pese a tener Cantabria como base del curso, los éxitos del vallisoletano no se ciñen a la región, ya que con sus dieciséis festejos lidiados el pasado año ha ocupado el decimoquinto lugar de un escalafón de 142 novilleros. Un lugar de privilegio en un territorio durísimo cimentado en su buen hacer ante las reses. «He sentido una evolución constante durante la temporada, ha habido días muy bonitos, como en Lerma, o en La Granja, con una novillada de Baltasar Iban». De la localidad segoviana se llevó el prestigioso galardón del 'Judión de Oro', aunque Medina no se conforma con lo logrado. «He pinchado faenas de premios, he cortado bastantes orejas, pero yo quería más». La lista de triunfos la completan Laguna de Duero u Olmedo, dos localidades con gran tradición taurina y novilleril.

Un torero en ciernes que se define como «ambicioso» y que tiene en Morante de la Puebla su espejo de futuro. «Siempre me he fijado en él, es mi máximo referente. Creo que une todo lo que se necesita, el valor y el toreo clásico de arte». Una aspiración elevada para un diestro que, de momento, no tiene prisa por tomar la alternativa. «Este 2023 es un año importante, ahora lo principal es prepararse en invierno para una temporada de responsabilidad en la que va a haber plazas grandes e intentaré entrar en las ferias de novilladas».

Un año clave en su carrera y ante el que Medina no se pone límites. Ni en sus aspiraciones ni en cuanto a ganaderías a las que enfrentarse. «El pasado año he matado varios encastes como Atanasio, Baltasar Ibán, Murube, Santa Coloma, Domecq o Núñez, al final es importante abrir el abanico con ganaderías que están en buen momento, Morante lo ha hecho este curso y a mí me gusta». Una rara avis en el siglo XXI que reconoce que hasta que no se puso delante de los utreros, sus vecinos y amigos no le tomaban en serio. «Se lo tomaban como un juego, pero cuando me han visto torear en Laguna ya han visto que sale un novillo grande. Hay que gente que me mira raro, pero la mayoría me admira». Además de la preparación física y mental Dani no descuida a los suyos. Reparte calendarios, firma autógrafos y charla con los vecinos.

Cinco son los toreros de alternativa que ha tenido Cantabria. Félix Rodríguez, Curro González, El Norteño, Diego Rueda y Francisco Marco, estellés afincado en Santoña. Ahora la afición se vuelve a ilusionar con un joven que viene pisando fuerte y que ya tiene, en Tudanca, su casa.

• Temas
• Morante de la Puebla
• Cantabria
• Santoña
• Tudanca
• Toros