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Son las nueve y media de la mañana del miércoles, suenan las campanas de la iglesia de Cabezón de la Sal y siete mujeres ataviadas ... con chalecos reflectantes comienzan su paseo por las calles del pueblo. Parecen luces que iluminan un plomizo día de verano. María Luisa Acebal, Josefa López, Mari Carmen González, Consuelo Poo, Felisa García, Manola Blanco y Loren Fernández. Todas tienen más de sesenta y llevan sus soledades a cuestas. Son las siete 'tortugas' que cada miércoles participan en los paseos saludables que organiza la Concejalía de Servicios Sociales, una iniciativa capitaneada por Ana Ramos, la incansable animadora sociocultural del Ayuntamiento de Cabezón de la Sal. Fue idea suya (de Ana) crear dos grupos distintos para pasear, las 'tortugas' y las 'liebres', para distinguir a los que van más lentos del resto. Las 'liebres' caminan dos días a la semana (martes y jueves) y el grupo lo forman de 15 a 20 personas. Las mismas que el jueves pasado se dieron cita a las nueve de la mañana en la estación de FEVE de la localidad. Excepcionalmente, tocaba salir del municipio para hacer una medio excursión por una ruta alternativa. Uno de los muchos premios o incentivos que conllevan los paseos saludables.
La cosa empezó hace diez años con el objetivo de promover actividades saludables entre las personas mayores. Una propuesta que es mucho más que un simple echar a andar. Ana motiva, incentiva, alienta y anima en términos superlativos a los participantes. Tanto es así que, durante el confinamiento, creó una especie de cuadernillos con ejercicios de memoria (ella lo llama actividades de entrenamiento cognitivo), que sus 'viejucos' (como denomina cariñosamente a los mayores) fueron rellenando con afanoso interés. No había ejercicio físico pero sí mental. Fue Ana quien repartió los ejercicios casa por casa en aquellos días de miedo y mascarillas. Todavía le faltan por corregir algunos que amontona encima de la mesa de su despacho. También ha creado calendarios mensuales para que cada participante vaya marcando los días que camina. «Al final del mes, cada grupo obtiene una recompensa o un premio (lotes de productos, meriendas saludables, vino español en medio del bosque, excursiones...)». Vamos, que nadie anda sólo por andar.
En todo esto hay un principio inquebrantable, que aunque llueva se camina. «¿Cuántos días nos hemos quedado sin paseo por la lluvia?», pregunta Ana a las 'tortugas'. «¿A unas cántabras nos va a asustar la lluvia?», responde Consuelo. Es la que más habla de todas con diferencia. Dice que lleva desde el principio en los paseos, porque al quedarse sola se apuntó a todo. Al contrario que ella, Mari Carmen acude por segundo día, «muy contenta por cierto». «Podemos hasta formar una orquesta», bromean. Pasear con personas de su edad y charlar, atender los requerimientos de Sara y sentir que ocupan un espacio propio en la tierra es la mejor de las terapias. Consuelo utiliza otras palabras pero viene a decir lo mismo: «Es una forma de no estar encerrada en casa dando quehacer a los hijos». Caminan tres kilómetros de media, pero tampoco los cuentan, «porque vas andando y ni te enteras», apostilla una de las 'tortugas'.
Todos los días, después de caminar se toman un café. Luego se hacen la foto de rigor. Entre ellas se hablan con la confianza propia de quien se conoce bien, defectos incluidos. «Déjame hablar, que no callas», «tú Felisa ponte la primera en la fila que eres la más baja». Una asegura que no le cuesta madrugar, que deja la cama ventilándose. Otra que se levanta tres veces al baño por la noche y le da un poco de pereza. Todas coinciden en que caminar es «una cosa muy buena» y adoran a Ana.
También las 'liebres' la adoran. Fernando Colio es uno de los que espera la llegada del tren el jueves por la mañana en la estación de Cabezón. No sabe a dónde va, solo que para la una y media estará de vuelta. «Es sorpresa, no les diga nada», advierte la animadora. Fernando lleva un año en los paseos. «Me divierto y paso el rato y lo de madrugar a mí no me cuesta, porque me levanto todos los días a las siete de la mañana», dice con el mismo chaleco amarillo que llevan sus compañeros. El equipamiento, que incluye cantimplora, chubasquero y mochila, corre a cargo del Ayuntamiento. «Tratamos de dinamizar este sector y organizar las actividades que podemos», asegura la concejala, Rosa María Fernández. Dice Rosa que los mayores están deseando recuperar algunas tradiciones prepandémicas, «como los viajes de dos o tres días, los encuentros con mayores de otros municipios o el día de su fiesta». Todo se andará.
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Ana del Castillo
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