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La intención del alcalde de Alfoz de Lloredo, Enrique Bretones, de crear una vía ferrata en el entorno de la Cueva de las Aguas de Novales se ha venido abajo -por el momento- como un castillo de naipes. El Servicio de Patrimonio del Gobierno regional ... ha emitido un informe que desaconseja la realización del proyecto «tal y como está concebido». La noticia, que salió a la luz a raíz de una pregunta acerca de la evolución del asunto realizada por el Grupo Socialista en el Parlamento, ha pillado totalmente de improviso al regidor independiente, que ya contaba con los informes sectoriales favorables y la redacción de un plan «en el que hemos invertido 9.000 euros», aseguró esta semana.
Desde Patrimonio justifican su decisión en «la complejidad de la cueva», que se vería afectada «con la actuación prevista». Un extremo que el alcalde niega tajantemente. Es más, el independiente asegura que la propuesta, que va más allá de construir tan solo una vía ferrata, no se desarrollaría en el macizo donde se enclava la cavidad, sino en los aledaños.
La Cueva de las Aguas de arte rupestre se ubica en un entorno natural de gran riqueza paisajística, con formaciones rocosas que favorecen la práctica de «deportes de aventura» en torno a un manantial y al arroyo de la Cigüenza. El Ayuntamiento diseñó un proyecto técnico en 2022 con el fin de explotar esta zona que hablaba de «la construcción de un itinerario deportivo en altura» en el entorno de la Cueva de las Aguas. El plan contempla la creación de una vía ferrata, sí, pero también de una tirolina y un puente tibetano, «dotando al conjunto de un atractivo singular para el visitante», reza literalmente el proyecto, al que ha tenido acceso este periódico.
La cuestión es que, según insiste el alcalde, el planteamiento «ya contaba con el visto bueno de la Consejería de Turismo (PRC) en la anterior legislatura». Un parabién que el regidor refrendó en la reunión que mantuvo con la exconsejera de Turismo, Eva Guillermina Fernández (PP), «que también nos validó la idea». Pero, además, Bretones asegura que en abril de 2023 remitió el documento a Patrimonio, «pasaron seis meses y no nos contestaron, por lo que dimos por supuesto que podía hacerse». Lo que se denomina silencio administrativo. Después, el Ayuntamiento cumplió «todos los requisitos» necesarios y se aseguró de «contar con el visto bueno de las administraciones competentes (Confederación Hidrográfica del Cantábrico -CHC-, Dirección General de Biodiversidad...)». Tras encargar los estudios topográficos y redactar un pormenorizado plan con los detalles sobre la actuación, «ya solo faltaba sacarlo a licitación, pero llegaron las elecciones y se paralizó». Fue tras la cita electoral cuando Bretones se reunió con la consejera «y nos dijo -asegura- que era viable».
El regidor insiste en que en su expediente «no consta informe de Patrimonio alguno, por lo que no entendemos por qué ahora rechazan lo que antes ya había sido aprobado». Desde el Consistorio han solicitado, de hecho, al Servicio de Patrimonio que les remita el informe del arqueólogo en el que se desaconseja la propuesta municipal.
El plan diseñado por el Ayuntamiento tiene un coste aproximado de 281.000 euros «y no supone ningún perjuicio para la cueva; todo esto es ridículo», expresa el regidor. Bretones defiende una actuación que, a su juicio, «pone en valor el patrimonio natural del municipio y que incrementará el turismo en un lugar poco conocido».
En las infografías del proyecto se aprecia cómo encajarían en el terreno el puente tibetano, la pasarela colgante sobre el arroyo o la propia tirolina, de 223 metros lineales y con un único cable de descenso. La idea es conectar las diferentes atracciones, de manera que el usuario pueda tomar el embarque de la tirolina unos metros más abajo del puente tibetano -o itinerario vertical en altura-, que cruzará el río de derecha a izquierda. También se proyecta «crear diferentes rutas que partan de la boca de la Cueva de las Aguas hasta las Cuevas de Altamira o hasta las minas de Udías, en la Gándara». Las posibilidades son amplias porque Alfoz de Lloredo está situado estratégicamente en medio de todas partes. «Sería una pena no aprovechar este potencial y que la gente se perdiese esto», insiste. La historia no parece haber terminado aún. Casi seguro.
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