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A las doce y media del mediodía del pasado jueves, con el termómetro por encima de los treinta grados, Mónica García terminaba de cargar el pescado en su furgoneta junto a la lonja del puerto de Comillas. «Estaba a punto de cerrar la puerta ... de la 'furgo', cuando llegaron dos inspectores de la Dirección General de Pesca y me ordenaron que descargara de nuevo todo el material» para inspeccionarlo. Mónica se negó -«porque hacía mucho calor y el pescado se podía estropear y porque llevaba toda la mañana clasificando la pesca que me ordenaban descargar»- y los inspectores la denunciaron «por obstruir una investigación».
La mujer critica «la actitud chulesca» de los agentes de la autoridad pesquera y asegura que se sintió «amedrentada» y recibió «un trato intimidatorio». Su testimonio sobre lo ocurrido es refrendado por los jubilados que presenciaron la escena, que ha encendido los ánimos de los pescadores en el muelle comillano. «La muchacha estuvo dos horas clasificando la carga y ellos le mandaban deshacerla, con el calor que hacía ¿y si se estropea qué? ¿quién lo paga?», se preguntaba ayer José Ramón Migoya, uno de los jubilados que pasa la mañana en la lonja de Comillas. «No hay derecho», le secundaba Valentín Fernández.
Mónica es quien habitualmente se encarga de recoger la pesca de la embarcación 'Playa Luaña', cuyo patrón es Luis Moro, presidente de la Cofradía de Pescadores. La tarea consiste en clasificar los peces en láminas por especie y tamaño y colocarlos en hielo para cargarlos en el vehículo y trasladarlos a la lonja correspondiente, donde se pondrán a la venta ese día. Es una labor ardua, que la mujer se negó a repetir, a pesar de tratarse de una orden de agentes de la autoridad. En vez de eso, «les entregamos -explica refiriéndose a la secretaria de la Cofradía- la guía de transporte (documento en el que se identifica el pescado), pero ellos insistían en que abriera la furgoneta y sacase la carga para comprobar que todo estaba en regla, así que les respondí que lo descargaran ellos», relata Mónica.
Monica García
Vecina de Comillas
Luis Moro
Presidente de la Cofradía
No lo hicieron, pero «inspeccionaron la nevera de la lonja y se llevaron dos cajas de rape sin identificar». En cambio, «dejaron el esturión de 36 kilos que habíamos pescado el día anterior y que tampoco había sido identificado». Un comportamiento «incoherente, que escandalizó a todos los que estaban allí en ese momento», insiste Luis Moro.
La afectada, que estudia la posibilidad de interponer una denuncia, explicó que «estas dos personas me hicieron sentirme humillada y actuaron como si fueran superiores». El presidente de la Cofradía, que en ese momento estaba en la mar, no dudaba ayer en mostrar su enfado por lo sucedido. «No es la primera vez que pasa y estamos sometidos a mucha presión». Moro aseguró que desde la Dirección General de Pesca «están machacando al sector primario y no sé de qué quieren que vivamos». «Que hagan su trabajo -dijo-, pero con respeto». Lo que según él no fue aplicado el jueves.
«Yo estuve presente y es cierto que esta gente vino con actitud chulesca y había que hacer lo que dijesen por narices», confirmaba Carlos, que presenció la discusión. Mónica terminó por «llamar a la Guardia Civil para que interviniera» y fue denunciada por los inspectores «por obstruir una investigación».
La denuncia, de momento, no ha llegado a la Dirección General de Pesca. «Sabemos que el jueves se procedió a realizar una inspección en el puerto de Comillas, pero a día de hoy no hay una denuncia sobre la mesa», aseguraron ayer desde la Consejería. Si bien es cierto que el documento puede tardar varios días en llegar. «No vamos a permitir que nos traten así», sentenció Luis Moro.
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