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El Poblado Cántabro de Cabezón de la Sal, el recurso turístico más visitado de la villa, lleva cerrado desde septiembre. A la falta de mantenimiento ... que viene experimentando el complejo en los últimos meses, se suman las inundaciones que tuvieron lugar este otoño como consecuencia de las fuertes lluvias que asolaron Cantabria y que causaron graves destrozos en el interior del recinto. Hasta entonces, tan solo dos cabañas de las cuatro existentes eran visitables. Después del temporal, únicamente una quedó a disposición del público. Fueron los trabajadores de Corporaciones Locales encargados de realizar las visitas guiadas al poblado quienes avisaron al alcalde, Víctor Manuel Reinoso (PRC), de la mala situación en que se encontraba el recurso turístico, y éste tomó la decisión de suspender las visitas del público.
El complejo, que muestra cómo vivían nuestros antepasados hace dos mil años, ha venido deteriorándose en la última década sin que nadie haya hecho nada para evitarlo. En el año 2013, una de las cabañas sufrió un incendio. Tras el suceso, ningún equipo de gobierno ha asumido su restauración y hoy la estructura luce desnuda en lo alto de la colina. De las tres cabañas restantes, dos circulares y una rectangular, tan solo la última superó el temporal de septiembre. También había dejado de visitarse una de las cabañas circulares que tenía la techumbre apolillada y existía riesgo de que algún elemento cayera sobre el público.
El año pasado, el teitador (el que repara cabañas u hórreos) leonés Manuel Monteserían Santín, llevó a cabo la rehabilitación de la techumbre de la cabaña rectangular. Fue una actuación aislada y cara, que no se acometió en el resto de cabañas. Las inundaciones de septiembre y de octubre han dejado el Poblado Cántabro irreconocible. Paredes destrozadas, techumbres desintegradas, barro y agua por todas partes y utensilios perdidos. El césped, que tampoco se cuidaba mucho en su momento, parece una alfombra sucia. El Poblado Cántabro, que es el emblema turístico del municipio después de las secuoyas, ofrece una imagen desoladora.
El alcalde anunció el pasado mes de mayo que el Ayuntamiento iba a emplear parte de sus recursos económicos en realizar un cambio integral de la estructura de los tejados, pero las actuaciones se quedaron en papel mojado. Como consecuencia, lo que se podía haber arreglado con una cantidad económica asumible, implicará ahora una inversión mayor. Inversión que Reinoso prefiere no calcular por el momento. «El poblado está destrozado y es necesario valorar los daños y ver cuánto nos puede costar», dijo ayer, sin establecer ninguna fecha concreta sobre la posible reapertura del complejo. El alcalde explicó que «habrá que cambiar paredes y tejados que se han venido abajo como consecuencia de los temporales» y aseguró que «hasta ahora no hemos hecho nada porque estamos esperando a que mejore la climatología». El regionalista insistió en que «llevar a cabo cualquier actuación ahora mismo no serviría para nada, porque el agua podría volver a destrozarlo». Es consciente de que rehabilitar el recinto y las cabañas «va a llevar su tiempo», aunque «en invierno tampoco lo visita tanta gente», argumentó.
Sin embargo, durante los meses de invierno el poblado recibe grupos de alumnos de colegios de toda Cantabria, porque se trata de un referente de uso didáctico, a través del cual el alumnado aprende sobre la historia de nuestros antepasados. Además de con las cabañas, que se asientan sobre la ladera de la zona conocida como Picu de la Torre, el poblado cuenta con un Centro de Interpretación donde se realizan talleres infantiles. El verano pasado, llegó a recibir nueve mil visitantes. En Semana Santa, quinientos. El precio de la entrada es de dos euros, excepto los menores de catorce años, que entran gratis, por lo que también contribuye a engrosar las arcas municipales. Aún así, del esplendor el poblado ha pasado a la decadencia. Hasta ahora, cada equipo de gobierno ha adaptado el recurso a su forma de entender cómo debe gestionarse la explotación turística, pero ningún proyecto ha resultado del todo eficaz para obtener el máximo rendimiento. Parte de su éxito reside en el trabajo que realizan los guías turísticos contratados por el Ayuntamiento. El alcalde, optimista, recordó ayer que el recurso más visitado actualmente «son las secuoyas» y le restó importancia al cierre del Poblado «porque hay otros lugares que ver en Cabezón», como el Molino de Carrejo, el antiguo calabozo, el Museo de la Naturaleza de Cantabria, de Arte Textil o del Traje Regional. Y el Poblado Cántabro, príncipe destronado.
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