El puente en obras de Mazcuerras pierde uno de sus pilares provisionales por la riada del Saja

«Ya estábamos muy preocupados cuando veíamos venir estos días de lluvia tan fuerte». Lo contaba Pedro Jesús, uno de los vecinos que se encontró a mediodía con la carretera cortada al volver a Villanueva después de un recado en Cabezón –seguirá cortada hasta nueva orden, mientras se valora la situación–. Bajo la intensa lluvia y tras ser apartado de la zona por la Guardia Civil, se marchaba sin concebir «que se haga un puente en el siglo XXI y esta sea la primera noticia del lunes».

«No se puede vivir así», expresaba el alcalde de Mazcuerras, Javier Camino, «con un nerviosismo muy grande», y sin tener «muy claro» que el puente fuera a aguantar en pie. Especialmente, atendiendo al medidor de Santa Lucía, «aumentando». Uno de los momentos mas angustiosos lo había vivido hacía media hora, cuando el pilar provisional que aún resistía «pegó un rugido que se oyó en todo Villanueva». «Si esto sigue así, estamos abocados a un drama», anunciaba. Acompañándole, el alcalde de Cabezón de la Sal, Víctor Manuel Reinoso, estaba también «preocupado por la estabilidad del puente nuevo».

El consejero de Obras Públicas, José Luis Gochicoa, se personó en el lugar y envió una grúa para reforzar la estructura definitiva, con el fin de que «en ningún caso pueda tener ningún tipo de colapso». Si bien, insistió en que esos apoyos, los definitivos, están «bien cimentados con pivotes, y no con zapatas como los otros, y no tienen ningún tipo de problema». De hecho la grúa no llegó a desplegarse finalmente.

Con estas medidas, aseguraba el consejero, la situación podría estar «bajo control» y no habría «ningún tipo de problema en cuanto a los apoyos definitivos». No obstante, enfatizaba que «el puente está aguantando perfectamente». En esta línea, insistía en que, tal y como estaba, «realmente, no se iba a caer en ningún caso», pero desde su departamento preferían vigilarlo.

Para mayor detalle, a través de la dirección de obra de la empresa Ascán, en declaraciones a El Diario Montañés, se explicó que el apeo provisional en cuestión se utilizaba para el montaje del puente y había servido para levantar todo el armazón metálico, cuando en el montaje se apoyaron tramos intermedios de 90 centímetros, que se soldaron formando vigas de 90 metros. Posteriormente, serviría para el montaje de los cables. Por lo tanto, la empresa ahora tendrá que buscar «otro sistema» para montar los cables e instalar los gatos. «Pero no es imprescindible para garantizar la seguridad del puente y, de hecho, puede ocurrir, que el otro pilar se descalce también y deje de apoyar el puente en el río». Si eso sucediera, «el puente quedaría sujeto en los apoyos definitivos».

No es la primera vez que el río Saja se la juega a la obra. En su día se llevó una parte del trabajo previo con una anterior riada, lo que supuso el retraso de varios meses. Esto, unido a problemas de suministro por la pandemia, ha dado lugar a que los trabajos se hayan demorado por más de tres años. Como recordaba Gochicoa, la estructura requiere unos cables que sólo son capaces de fabricar dos empresas, que han estado cerradas por la pandemia.

«Por fin se había conseguido solucionar y esperemos que este fenómeno, si todo va bien, no suponga ningún retraso», expresó el consejero. Sobre la hipótesis que más preocupa a los vecinos y al alcalde, la de que el puente se caiga, aunque reitera que no hay riesgo, Gochicoa es consciente de que «estamos hablando de muchas toneladas de acero» y podría provocar sobreelevaciones, rotura del otro puente, problemas aguas abajo... «Es lo último que queremos que pase, por eso aseguraríamos lo máximo posible si fuera necesario para que no haya ningún riesgo», zanja.