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En Comillas, casi en la cola del casco histórico, camino de la playa, hay una casa blanca, vieja, con los bajos cubiertos de maleza ... y tres palmeras enormes que le aportan al conjunto un aspecto horizontal. A pesar del abandono que destila la construcción, con la madera ya descolorida y la estructura atravesada por las arrugas del tiempo, la casa entraña cierto misterio, como una gloria caída en desgracia. Pero que sigue en pie. Y seguirá. El actual propietario de esta edificación, de 300 metros cuadrados y catalogada con Protección Estructural, ha presentado en el Ayuntamiento un estudio de detalle en el que se prevé la rehabilitación de la vivienda principal y la construcción de otras dos casas unifamiliares aisladas, una a cada lado del inmueble actual. La parcela en la que se ubica la construcción posee 2.500 metros cuadrados, por lo que, según explicó el arquitecto municipal, «en el informe se plantea la posibilidad de construir varios chalets adosados en la parte alta de la finca».
En cuanto a la reforma de la construcción protagonista, «al tratarse de un edificio protegido, deben respetarse las fachadas y los aspectos estructurales». Entre ellos, la galería que parece a punto de venirse abajo en cualquier momento. En cualquier caso, «el estudio de detalle es un documento previo, que sirve para ordenar volúmenes y es totalmente público». El documento fue aprobado en el último pleno celebrado en el Ayuntamiento por los concejales de la Corporación municipal, así que ya ha pasado el primer filtro.
La casa desentona con el resto de construcciones que tiene alrededor y se sitúa en un lugar estratégico, a pesar de lo cual suele despertar el interés de los visitantes. Por su encanto decadente y por las palmeras que custodian la entrada.
La propiedad continúa en venta y aparece en algunos portales inmobiliarios. Dispone de ocho habitaciones y seis baños. El precio es de un millón de euros. La parcela es urbana y tiene una edificabilidad del 35%, por lo que se pueden llegar a construir alrededor de 800 metros cuadrados.
El terreno es irregular y la tipografía accidentada, pero su ubicación es inmejorable, ya que se encuentra a pocos minutos de la playa y a la distancia ideal del casco histórico de la villa. La construcción se divide en tres plantas. Con acceso al jardín y a la terraza en la planta baja y una gran galería orientada al sur en la primera planta, con su correspondiente ático. Según Juan Ramón de la Vega Benjumea, cronista de Comillas, «en los años sesenta la casa era alquilada por familias conocidas». Tuvo también una época de esplendor cuando la adquirieron los descendientes de la primera propietaria. Poco más se sabe de este curioso edificio, que no pasa desapercibido.
Tras la aprobación del estudio de detalle, quedan aún algunos pasos más para que la rehabilitación se materialice. La casa deberá seguir siendo la protagonista, aunque haya otras alrededor.
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