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Los trabajos para restaurar la verja ornamental del antiguo cementerio de Comillas, diseñada por el arquitecto catalán Domènech i Montaner, se encuentran avanzados en un setenta por ciento. La estructura continúa siendo intervenida en el estudio del artesano asturiano Antonio Sobrino, en la localidad de Llanes. El artista informó ayer de que «ya se ha ejecutado la restauración de los pilares centrales» y aborda a continuación la recuperación de las partes móviles. El enrejado se compone de estos dos pilares y cuatro hojas que giran sujetas a los mismos.
El tratamiento de los elementos «lleva muchísimo trabajo» y hay dos factores que hacen aún más complicado el proceso: la ingente cantidad de ornamentos que componen la pieza y el sistema empleado por el artesano. Sobrino basa la rehabilitación de la obra modernista en la utilización de técnicas «puristas, muy aproximadas a las que se utilizaron con la pieza original», de manera que la verja actual se asemeje lo más posible a la que fue en su origen. «Podríamos ponernos a soldar y a pegar, pero entonces el resultado no sería el mismo», explica el profesional a la hora de justificar el tiempo empleado en la restauración de este bien -lleva desde el año 2021-.
Las labores han resultado aparatosas desde el principio. Lo primero que se hizo fue desmotar la pieza para trasladarla al estudio del artesano, ya que su avanzado estado de deterioro impedía actuar in situ. Después se realizó una exhaustiva limpieza para quitarle el óxido y comenzar con la recuperación de las piezas. «Luego habrá que tratar los elementos para garantizar su conservación, lo que no resultará sencillo teniendo en cuenta que el cementerio se encuentra al lado del mar y la verja está llena de recovecos donde se aloja el agua». Por ahora, insistió el artista, «la obra está quedando muy bien y avanza tal y como estaba previsto». No estará lista en primavera, como se ha llegado a insinuar, pero quizá sí este año, que se cumple además el centenario de Domènech. Sería una bonita coincidencia.
Y sería el deseo del doctor en Historia del Arte y patrono de la Fundación Domènech, Enrique Campuzano, adalid de la lucha porque se restaurara este bien de alto valor artístico. Campuzano fue el encargado junto a Sobrino de realizar un informe sobre el estado de la verja y la inconveniencia de sacrificar una obra de alto valor artístico y patrimonial. La alcaldesa, Teresa Noceda, también solicitó la ayuda del Gobierno Regional para sacar adelante esta actuación. No tuvo éxito. Fue finalmente en octubre de 2021 cuando el párroco de la villa, Antonio Gutiérrez, informó de que el proyecto sería financiado por la parroquia. Con el dinero encima de la mesa se activaron los motores que llevaban parados varios años. Al menos desde que en 2017, técnicos del Instituto de Patrimonio Cultural Español visitasen el cementerio -a petición de Enrique Campuzano y de la Consejería de Cultura- y emitieran un informe sobre la necesidad de restaurar la verja de manera urgente. Hubo intenciones de sufragar la obra, pero el dinero nunca llegó y la pieza siguió cubriéndose de óxido marrón.
El mal estado de conservación de la verja de Domènech se debe en parte a la desastrosa restauración que se ejecutó en los años sesenta, con el empleo de materiales inadecuados que agravaron la corrosión de los elementos -se llegaron incluso a perder piezas-. Esta vez será diferente. «Claro que podemos ir más rápido, pero la complejidad de la actuación requiere emplear más tiempo», insistió Sobrino.
La verja de Domènech no es la única víctima de la mala praxis. Tanto Campuzano como los interesados en defender el patrimonio cultural de Cantabria, llevan años alertando sobre el mal estado de la estatua del Ángel Guardián del camposanto, obra del escultor catalán Josep Llimona, que en su momento tampoco fue rehabilitada de la forma correcta. La situación empeora año a año y de momento no hay una partida consignada para tal fin. El antiguo cementerio de Comillas es un recurso turístico muy preciado por los visitantes. También por los vecinos, que luchan por conservar sus nichos. Pero esa es otra historia.
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