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En una de las salas del Seminario Mayor de la antigua Universidad Pontificia de Comillas hay seis retablos embalados -y relegados al olvido- desde hace más de quince años. Las obras de arte, que pertenecen a la Sociedad de Activos Inmobiliarios Campus Comillas (Saicc), fueron ... diseñadas -algunas por el arquitecto catalán Lluis Domènech i Montaner- en 1892 para decorar las paredes de la iglesia del Seminario. Hasta el año 2008, cuando el espacio se desacralizó y se decidió quitar los retablos de los altares, embalarlos y almacenarlos en una de las estancias del edificio.
La intención era que después fueran trasladados a la iglesia de San Cristóbal de Comillas, cuyas paredes se encalaron para albergar las tablas de madera policromada. En 2011, el Gobierno de Cantabria -entonces a cargo del PP- y el anterior párroco de Comillas llegaron a un acuerdo para dar los primeros pasos y bajar los retablos, pero en cuatro años no hubo nada definitivo. Después se produjo el cambio de Gobierno regional y todo siguió igual.
Hasta hoy, cuando el flamante presidente de la Saicc y concejal del PP en Comillas, Isaac Gutiérrez, ha vuelto a manifestar su intención de trasladar los retablos a la iglesia. Es, dice, una de las primeras medidas que ha puesto en marcha desde que fuera elegido presidente de la Saicc en agosto pasado, tras contar con el beneplácito de los miembros del Consejo de Administración (del que ya formaba parte). «Ya me he reunido con el párroco de la villa, Antonio Gutiérrez, y tengo muy claro que quiero continuar con el proceso que iniciamos en 2011», asegura. Sin embargo, no parece tan fácil. No se ha hecho en quince años.
El presidente de la Saicc reconoce que se trata de un «proceso burocrático complicado, porque tiene que quedar documentado jurídicamente». El último intento se alargó durante cuatro años sin resultado alguno, porque a día de hoy los retablos continúan bien envueltos -o mal, porque el paso del tiempo puede haber deteriorado los materiales de protección- en el Seminario.
«Deberían darse prisa», alerta el doctor en Historia del Arte Enrique Campuzano, conocedor de la obra. «Han permanecido embalados durante demasiado tiempo, sometidos a humedades, por lo que pueden haberse estropeado». Cada retablo ocupaba una de las seis capillas laterales de la iglesia del Seminario Mayor.
Las obras pertenecen a los artistas Juan Llimona (hermano de Josep Llimona), Eduardo Llorens y José María Tamburini y cada retablo se compone de una hornacina con una escultura y dos tablas laterales pintadas. El mayor problema es «que la estructura puede haberse visto perjudicada», explica el experto, quien, por otro lado, asegura que las pinturas «están perfectamente conservadas». Campuzano recuerda que «desde el momento en el que desmontaron las piezas, ya se sabía que no iban a volver a ocupar el mismo lugar -refiriéndose a la iglesia del Seminario- y han sido trasladadas de departamento en departamento, sometidas a diferentes temperaturas y humedades, por lo que puede que hayan sufrido».
Campuzano ha propuesto «en numerosas ocasiones que se cambiaran los embalajes para ver en qué condiciones estaban los retablos, pero no se ha hecho por desidia», argumenta. En cuanto a los trámites, «el Gobierno de Cantabria y el Obispado tendrán que firmar el acta para que quede constancia de que las obras han sido trasladadas en depósito a la parroquia de Comillas», algo que se hace habitualmente con obras de arte. Tendrán que darse prisa o pasarán otros cuatro años.
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