

Secciones
Servicios
Destacamos
No hay dos sin tres. Y sin cuatro. Ni cinco. Y así hasta nueve, porque a Alfredo Callejo, vecino de Barcenillas, en Ruente, los lobos ... le mataron anoche otro potro. El segundo en tres días, porque el sábado por la noche cayó el octavo. Le quedan 29. El hombre ya no encuentra más palabras que «impotencia», «rabia» y «desesperación». La misma escena dantesca se repite varias mañanas como si estuviera atrapado en el día de la marmota. «Hoy de nuevo a las siete fui a la finca y ahí estaba el animal, comido entero, más que el del domingo». Encima a este potro Alfredo le tenía especial simpatía, «porque era amable, le encantaba lamerte la mano y se dejaba tocar». Su cuerpo «todavía estaba caliente» cuando lo encontró.
Los animales están a cien metros de la vivienda del propietario «y puedo verlos desde la ventana de mi habitación». Últimamente es un sinvivir. Todo el día asomándose. Apenas logra pegar ojo. «Anoche a las doce me di una vuelta por la finca y todo estaba tranquilo, me fui a dormir y cuando me levanto mira lo que me encuentro», relata. Otro animal muerto a manos de los cánidos. «Se me pasan tantísimas cosas por la cabeza que prefiero no decirlas, no sé lo que voy a hacer». Asegura que antes tenía a los animales en otra finca diferente, vigilados por dos mastines «que se amedrentaban con los lobos». Los cambió a un terreno al lado de la carretera, ya sin perros, pero con un temor añadido, «que se salgan a la carretera». «Si los potros se asustan y provocan un accidente entonces el responsable soy yo», recuerda Alfredo.
Hoy el tema de conversación en Barcenillas son los lobos. Y ayer. Y mañana. «Yo ya no puedo pensar en otra cosa, se lo decía al guarda, que por la noche me despierto pensando en los potros». «¿Y ahora cómo los vuelvo a cambiar de sitio?». «Es una vergüenza, una vergüenza», repite. Aunque sabe que las palabras se quedan a medio camino de nada, «porque nadie actúa» y porque no hay consuelo para los ganaderos. «Aquí los vecinos estamos concienciados de que nos espera una primavera dura, porque tenemos que soltar al ganado y los lobos se van a poner las botas, pero no estamos dispuestos a permitirlo», advierte. «Es nuestro trabajo y no vamos a poder vivir de ello». Y ya no son solo las pérdidas económicas, «es que emocionalmente te hundes, es penoso».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.