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A los vecinos de Los Tojos unos días les funciona internet y otros no. A veces están hablando por teléfono y de repente se corta. No hay cobertura. A la media hora, vuelve. O puede que no. En ocasiones la supuesta avería de la ... línea telefónica se alarga durante horas. También algunos días, como ayer, las conexiones funcionan correctamente. Son los menos, porque en este municipio anclado en lo alto del Valle de Cabuérniga, los teléfonos y la conexión a internet fallan «continuamente» o, lo que es lo mismo, funcionan de manera intermitente desde hace unas tres semanas.
La alcaldesa, Belén Ceballos (PP), está desbordada. «No hacen más que llegar reclamaciones y quejas al Ayuntamiento», explica. La regidora ha trasladado las protestas de sus vecinos y las propias -«porque en el Consistorio tenemos el mismo problema»- a la Consejería de Industria del Gobierno de Cantabria, que ha puesto la información en conocimiento del Ministerio para la Transformación Digital, que es el órgano competente en este tipo de cuestiones. No obstante, el Ejecutivo regional ha hecho de intermediario y también ha contactado con las compañías Telefónica y Vodafone. En el primer caso, «la operadora nos ha contestado que ha realizado una revisión por control remoto de la torre que tienen ubicada en Polaciones y que no se ha registrado fallo alguno». Así las cosas, «la operadora enviará a sus técnicos para analizar la instalación in situ». Preguntada por este periódico, Telefónica aseguró ayer que no existían incidencias registradas en la zona. La alcaldesa atribuye esta circunstancia a que los vecinos «llaman al Ayuntamiento para quejarse en vez de a las empresas de telefonía», que no tienen constancia.
Tanto es así, que el Consistorio ha emitido un bando para instar a los habitantes del municipio que tengan problemas de cobertura «a presentar su queja -a título individual- al operador de turno», para poder realizar una reclamación a nivel general y ser resarcidos en caso de que proceda. En el documento, el Ayuntamiento facilita a los afectados los números de teléfono de las diferentes empresas que trabajan en la localidad (Yoigo, Orange, Vodafone, Movistar, Más Móvil, Lowi y Adamo). «Es la única forma de resolver la situación. ¡Por Dios, que llamen a la compañía!», repite Ceballos un poco desesperada.
Efectivamente, al ser preguntados, la mayoría de los afectados responde que no se ha puesto en contacto con su operador. Como el propietario del restaurante El Puente, de Bárcena Mayor, Raúl López, que dice que no, que no ha llamado a Orange, pero que el fin de semana pasado fue un «desastre» porque no iban los teléfonos «y aquí los clientes llaman para reservar». Total, que ha trabajado un 25% en comparación a otros fines se semana. Diez días llevan en el establecimiento sin teléfono. «No nos había pasado nunca».
A Claudio Janssen, vecino de Los Tojos, no le va el sueldo en ello, pero sí todo lo demás. «Hemos decidido recurrir a la prensa porque se trata de un servicio público, aunque esté en manos de compañías privadas». Él vive semiaislado a casi dos kilómetros del pueblo. Es consciente de que no puede pedir «que extiendan la fibra óptica hasta mi vivienda», pero sí que haya al menos cobertura telefónica. No ya por él, sino «por toda la gente mayor que vive aquí, que está incomunicada». Claudio dice que, sin cobertura móvil, tendrá que acabar marchándose y se arranca con una frase inevitable y previsible, aunque cierta: «Luego los políticos están siempre hablando del campo y de evitar la despoblación».
Milagros Castañeda tiene dos móviles. Uno con Adamo y otro de Vodafone. La fibra óptica de Adamo funciona correctamente -este extremo es confirmado por otros usuarios de la zona-, pero falla la línea telefónica. Ella sí ha llamado a Adamo. Una operadora le indicó que fuera a «ajustes, que activase la cobertura 4G» y una serie de indicaciones más que la mujer intentó hacer, pero los teléfonos continúan perdiendo la cobertura -y quedando prácticamente inoperativos- con frecuencia. «Cuando por fin logras hablar, se corta la llamada». Así que hay que tener paciencia y suerte, o al menos una de las dos cosas. «De lo contrario, te desesperas», confirma José Luis Ibáñez, otro vecino afectado. Si la cosa es urgente, «bajamos a llamar por teléfono al pueblo de Fresneda». Como en el siglo pasado.
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