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Las bicicletas achicharradas de José María Mier, propietario del Camping de Cabuérniga, parecen artículos 'vintage' desprovistos de utilidades. Aunque a él lo único que le da es «pena». Pena porque un incendió arrasó en la mañana del sábado con todo el material que llevaba ... años almacenando en una parcela junto a las instalaciones del camping. Al bajar del coche, de nuevo ese olor a quemado que parece pegarse a uno. José María debe estar inmunizado ya, porque no se queja. «Yo ni lo huelo», dice. El camping que regenta junto a su padre en Cabuérniga ha recibido varios premios a nivel nacional y europeo por la calidad de las instalaciones y este fin de semana casi es objeto de las llamas. Casi, «porque el fuego no se propagó y no llegó a penetrar en los terrenos del camping», relataba ayer José María. Eso sí, se 'comió' cuatro casetas de madera donde almacenaban material, las bicicletas -al menos cuatro-, tres caravanas...». El propietario no era consciente de todo lo que había ido guardando durante años. «No sabría decirte con certeza cuántas cosas, pero hemos perdido todo».
El incendió «debió empezar en torno a las siete menos cuarto de la mañana». José María y su padre se levantaron y vieron las llamas «aquí al lado», dice señalando lo que hoy es un paisaje totalmente calcinado. Fue muy rápido. «En tres minutos ardió todo». «Había sillas y mesas que empleábamos tan solo en verano, antigüedades que colecciona mi madre, estacas, aparatos eléctricos...». El resultado es como el paisaje 'roto' que dejan las guerras. Desolador. Los dueños de la instalación no pudieron hacer mucho al respecto, más allá de ver cómo los bomberos del 112 sofocaban el fuego. Algunos clientes del camping -abre todo el año- se dieron cuenta, «pero no tuvimos miedo de que el incendio se propagara», afirma José María.
El joven salta una valla medio derruida y coge una de las bicicletas quemadas para posar en la foto. Las cenizas crujen bajo las plantas de sus pies. ¿Qué les diría a los que provocan todo esto? «¡Uf, eso no te lo asegurar!», responde. «Creo que hace tiempo que se les ha ido de las manos, pero ahora sobremanera, porque ya no estamos hablando de que los incendios afecten solo al bosque, sino que se propagan a las poblaciones; mira lo que sucedió en Casar de Periedo. Cuando lo hacen en el monte está mal, pero si te toca en casa, como es el caso, ya cambia la cosa», relata José María. Unos metros más allá de la tierra quemada, emerge el camping, con su terraza idílica y sus instalaciones dignas de premios. «La semana próxima tenemos un acto de recepción de un galardón y justo sucede esto...», se lamenta el propietario.
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