Secciones
Servicios
Destacamos
Tarde de éxito en Tudanca. El rejoneador Paco Velásquez y los novilleros cántabros Eduardo Rodríguez y Hugo de Juana se repartieron diez orejas y dos rabos de seis animales de Antonio Bañuelos que, en conjunto, se movieron con nobleza.
La cita era histórica, no ... sólo porque los festejos volvieran al lugar que siempre ocupó el corazón de José María de Cossío, sino porque volvía a juntar a dos cántabros en un cartel de luces, más allá de las clases prácticas de la Escuela de Santander. Hay que remontarse a los años 70, a los tiempos de El Norteño, Mari Carmen Bauzán o Curro González para ver acartelados a dos toreros o novilleros de la región. En este caso los protagonistas eran Eduardo Rodríguez, de Labarces, y Hugo de Juana, de Santander, que triunfaron en una tarde festiva en la plaza instalada en el pueblo de Sarceda.
La novillada fue de Antonio Bañuelos, burgalés residente en Cantabria, que envío desde el Páramo de Masa un encierro desigual de presencia, con dos animales por debajo de hechuras, y con la movilidad y fuerza propias de los erales.
Triunfador hace poco más de quince días en Treceño, Eduardo Rodríguez abrió el turno de los de a pie ante un novillo al que recibió a portagayola con un lance en el que el pitón le rozó la yugular. Compartió tercio de banderillas con Hugo de Juana y, con la muleta, corrió bien la mano en series en las que templó al novillo por el pitón derecho. Valiente, tranquilo y con la cabeza despejada, el de Labarces paseó una oreja después de un pinchazo y una estocada. El quinto, más cuajado, fue una res de vuelta al ruedo con la que Rodríguez probó todo tipo de suerte, con la que trazó escenas de relajo espacial y temporal y con la que, además, tuvo pasajes de toreo tremendista. Al final, paseó dos orejas y rabo.
La cita suponía el debut como novillero sin caballos de Hugo de Juana, que salió trastabillado del recibo en la puerta de chiqueros de su primer oponente, un eral que pronto se fue por los suelos y con el que el santanderino tuvo que trastear a media altura. Varios muletazos con cadencia, rematados con pases de pecho toreros, le otorgaron un apéndice. En el ocaso de la tarde Hugo brindó a sus padres, el exfutbolista Geli y la modelo Candela Rodríguez, y se desenvolvió con templanza ante un burel que mantuvo la tónica de nobleza de sus hermanos. Un espadazo le dio las dos orejas y el rabo y le permitió salir por la puerta grande.
Abría cartel, a caballo, el portugués Paco Velásquez, que con una cuadra de caballos extraordinaria, alguno de ellos con el hierro de Diego Ventura, demostró cadencia y toreo templado para ganarse cuatro orejas y no faltar a la cita con el triunfo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.