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El Corro Campíos de Comillas parece un bosque de ramas enmarañadas. El cuerpo y las extremidades rotas de los cinco castaños centenarios reposa estos días en medio de la plaza tras la tala de todos los ejemplares que ha terminado por llevar a cabo el ... Ayuntamiento. La retirada de los árboles ha generado imágenes impactantes que no han pasado desapercibidas, como tampoco lo harán las de después, cuando ya no haya restos y la plaza quede limpia y vacía. Desde el Consistorio han avanzado que los castaños serán sustituidos seguramente por otros de la misma especie, pero este es todavía un extremo por confirmar.
Con tristeza y en tono lúgubre dirigen los vecinos la mirada hacia la selva improvisada en la que se ha convertido el Corro durante estos días, cuando la empresa encargada ultima las labores para cortar los árboles que han permanecido en el mismo sitio durante cientos de años, como un baluarte, un monumento o una calle. Y cuyos troncos apuntan hacia el cielo de Comillas en un último adiós.
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Poesía aparte, el equipo de gobierno (PRC-PSOE) tomó la decisión definitiva de talar los cinco árboles después de que uno de los ejemplares se viniera abajo de forma repentina e inesperada. Hasta entonces, la intención era sustituir tan solo dos castaños -y aplicar tratamientos en los otros tres restantes-. Se tiraría la pareja que se encontraba en peor estado según los informes elaborados por los técnicos, que previamente habían estudiado cada ejemplar. El planteamiento despertó una serie de protestas entre los vecinos de Comillas, colectivos en defensa del patrimonio natural y los políticos de la oposición (PP) -estos últimos protagonizaron una sentada para evitar que se cortara el primer árbol-. La iniciativa vecinal fecundó -pedían que se aplicaran tratamientos en todos los árboles en vez de talarlos- y el Ayuntamiento decidió que pediría un nuevo análisis de los castaños antes de actuar. No retiraría ninguno, de momento, hasta contar con los avales.
Pero se cayó uno de los árboles. Uno de los tres que no pensaban cortar. Sucedió una madrugada y no hubo que lamentar daños, pero el suceso llevó a los dirigentes políticos a zanjar la cuestión «y priorizar la seguridad de los viandantes». Talar los cinco ha llevado aproximadamente una semana. Eran vigorosos los castaños y una seña de identidad.
Una gran pérdida, cierto, pero también lo es que los árboles de gran porte estaban en el centro neurálgico de Comillas y su sombra se deslizaba sobre los puestos que los viernes conforman el mercado semanal en un lugar que suele estar bastante concurrido. Nadie quiere imaginar lo que habría pasado si en vez de en mitad de la noche, el castaño se hubiese venido abajo en pleno día. Atravesar la plaza con la incertidumbre tampoco sería plato de buen gusto.
El concejal de Medio Ambiente y primer teniente de alcalde, Julián Rozas (PSOE), explicó ayer que tras la retirada de los restos vegetales, «se comenzará con el destoconado (extracción de la parte enterrada del árbol)». Después, se aplicarán los tratamientos necesarios en la tierra para proceder a la plantación de cinco nuevos castaños. Los árboles replantados tendrán unos ocho metros de alto incluyendo las raíces y entre diez y quince años de edad. «Hemos buscando los de mayor porte de toda la zona norte peninsular», detalló el edil.
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