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Era «muy conocido y muy querido». Parecen frases hechas pero no lo son. Las repiten sin cesar y «de todo corazón» los vecinos de Unquera, y también los compañeros de clase de Alan de la Cruz, que no han parado de llorarle desde que este ... lunes se ahogó en el Deva. Tenía sólo 15 años.
Este martes no se hablaba de otra cosa en Unquera, donde vivía; y en San Vicente de la Barquera, donde era estudiante de Segundo de la ESO en el IES José Hierro. A todo el mundo parece costarle asumir lo ocurrido.
Con 28 grados de temperatura, sofocado tras jugar un partido de pádel, Alan corrió la tarde de este pasado lunes junto a sus amigos desde Unquera al lugar conocido como La Presa de Vilde, en el lado asturiano del río Deva. «Se lanzaron al agua con toda la congestión y en esta época del año está tan fría, porque baja del deshielo, que piensan que igual le dio algo de la impresión», cuenta José Ángel Peñil, el abuelo del joven que se tiró al agua a salvar a su amigo.
«Mi nieto está muy mal. Cuenta que le cogió de la mano y se le escurrió hasta que la corriente se le llevó. Es una historia muy triste», revela. Los jóvenes que lo acompañaban declararon ante la Guardia Civil; pero nadie sabe aún a ciencia cierta qué le ocurrió al chico para perder el conocimiento «de golpe» tras entrar en el agua.
En la cafetería El Pindal, en Unquera, donde trabaja el padrastro del fallecido, José Luis Escobedo, todo eran caras largas. «Es una desgracia», comentaban. «Es una familia muy querida a la que conoce todo el mundo y el crío era un encanto. La vida tiene estas cosas pero es muy injusto», afirma Vanesa, otra camarera, amiga de los padres.
En San Vicente de la Barquera, los adolescentes que compartían clases con él pasaron la mañana llorando. En el patio, Sara, su novia, observaba una foto de carné de Alan con la mirada fija. No pronunció palabra, no pudo. Sus compañeros hicieron un corro para arroparla y abrazarla. «Alan era muy popular, se hacía querer», repiten. Había llegado de Paraguay con su madre –trabajadora en la residencia de Colombres– y se había integrado bien. El centro organizó en la mañana dos concentraciones en el patio, colmado de críos muy afectados. Fueron convocatorias donde reinó el silencio sólo roto para recordarle como una persona «muy carismática, amigo de sus amigos».
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A la entrada del centro una mesa sostenía decenas de velas encendidas en su recuerdo, y de un gran panel colgaban cartas y dedicatorias en recuerdo del compañero fallecido. «Nuestro ángel. Nunca te vamos a olvidar. Por una eternidad contigo», decía una. «Siempre te llevaremos en el corazón. Serás la estrella más grande y la que más brille». «Hola Alan, sé que nunca leerás esto, pero que sepas que te tenía cariño», estaba escrito en otra.
En los pasillos, algunos comentarios hicieron referencia al estado de salud que tenía el chico. Recuerdan que una vez se llegó a desmayar en clase y que le estaban haciendo pruebas «porque se pensaba que podía tener anemia; aunque todavía no había un diagnóstico». A la vista de la desgracia de este lunes, se baraja si esto pudo influir: si pudo desmayarse al caer en la presa Vilde.
Algunos de estos jóvenes, compañeros de Alan, se enteraron de la noticia este martes. Les contaron que el accidente sucedió muy rápido y que cuando los compañeros del joven fallecido llamaron al 112, a los servicios de emergencias sólo les dio tiempo a localizar el cuerpo sin vida del adolescente. Los bomberos tuvieron que pedir ayuda para sacarlo del agua y la médica que acudió al lugar solo pudo confirmar el fallecimiento.
En la zona en la que entró el grupo a bañarse hay un par de playas fluviales que suelen ser muy frecuentadas en verano, sobre todo por piragüistas. El problema es que actualmente el río está crecido, con gran caudal y corriente. Pero eso no les frenó.
El Centro de Coordinación de Emergencias del 112 Asturias recibió el aviso de una emergencia a las 18.16 horas. En la llamada, uno de los testigos señalaba que un joven se había hundido en el agua y no salía. «Los compañeros trataron de salvarlo y se pusieron en peligro, pero no pudieron hacer nada. Por suerte la desgracia no fue mayor», cuenta uno de los testigos del suceso.
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