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Los vecinos de San Vicente del Monte, en Valdáliga, ocupan la plaza del pueblo. De forma literal y permanente. El fotógrafo y periodista Alejandro Díaz Romano ha retratado a una veintena de montiegos y ha expuesto las imágenes en el centro del núcleo rural, ... donde se crió y al que se siente muy vinculado, a pesar de residir en Madrid. Cuarenta ojos que cuentan su verdad, sin artificios ni postureos. Veinte rostros congelados en su cotidianeidad que relatan una historia. La de Alejandro, «porque he elegido a los vecinos que realmente han significado algo en mi vida, que han estado presentes de alguna manera», explica. Empezó a retratar a los montiegos después de viajar por medio mundo y hacer lo propio. «Me di cuenta de que estaba haciendo fotografías de mucha gente de diferentes lugares, pero no de mi gente». Fue hace dos años. El resultado es 'Raíces, personas que hacen pueblo', que es el título de la exposición y también la frase que Alejandro lleva siempre en la boca. Que un lugar son las personas que lo habitan y Alejandro se ha mimetizado con San Vicente del Monte. Está orgulloso -presume de que estudió en el colegio de Treceño- y las veinte imágenes que el artista muestra en la plaza son los nombres propios de su niñez.
La idea partió de Lorena García, que trabaja en el Ayuntamiento de Valdáliga. «Tanto ella como el alcalde, Lorenzo González, me animaron a exponer de forma permanente en la plaza». Era su sueño, dice, y lo ha hecho a lo grande. Cada fotografía ocupa un metro de alto y han sido impresas en aluminio. «Es un lujo», describe el fotógrafo, quien defiende que no hay artificios ni posados. «Yo les captaba en su entorno, casi sin avisarles y ellos depositaban su confianza en mí». Hay rostros que ríen, que miran, que callan y rostros que atraviesan. «Los retratos son de plano medio y la mayoría de los protagonistas está mirando a cámara», de manera que da la sensación de que a uno le reciben cuando llega. «Que nos dan la bienvenida». El autor quería «ensalzar a los vecinos que yo considero icónicos, desde mi propio prisma, y la mejor forma de hacerlo era mediante las fotografías, con naturalidad y sencillez». Solo las personas, y el paisaje que las abraza alrededor. Que las completa. «Quería transmitir todo ese amor que tengo a mi pueblo».
El momento más emocionante lo vivió el domingo, en la inauguración de la muestra. «Ver a más de cien personas reunidas en la plaza para ver las fotografías me impresionó mucho». Antes de que comenzase el acto, las imágenes estaban ocultas tras una cortina. Todo era expectación y ganas. «Cuando fueron descubiertas, pude escuchar ese 'woooow' colectivo».
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