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Los vecinos de Comillas albergan un doble sentimiento con respecto a los veraneantes de postín con segundas residencias en la localidad, conocidos coloquialmente como 'papardos'. Por un lado, los necesitan porque constituyen su principal fuente de ingresos. Por otro, les disputan el pueblo que tanto les pertenece y con el que se identifican. En esta contradicción se incluye el rechazo unánime que despertó en los comillanos la llegada de madrileños a sus casas de verano antes o durante el estado de alarma (hubo hasta quien fue interpelado al acudir al supermercado), teniendo en cuenta que la capital de España era el principal foco de infección del coronavirus. Pero también cabe la iniciativa solidaria que han puesto en marcha varios veraneantes foráneos organizados por la alcaldesa, Teresa Noceda, para crear un fondo de suministros de emergencia social con el que ayudar a aquellas familias que sufran las consecuencias de la crisis económica.
«Fue un veraneante el que se puso en contacto conmigo y me preguntó de qué manera se podía ayudar a las familias que estuvieran pasando dificultades económicas como consecuencia de la coyuntura social», explicó la alcaldesa de la villa, que prefirió no dar ningún nombre por temor a ofender a los «donantes anónimos». Los más «auténticos, porque no buscan halagos». Eso sí lo dejó claro. Enseguida la alcaldesa se puso manos a la obra y comenzó «a llamar a todos los veraneantes de alta alcurnia que vienen a Comillas desde hace muchísimos años y que quieren a este pueblo como si fuera el suyo». Ella ya sabía «que iban a decir que sí». Y dijeron que sí. Hasta ahora, en torno a una veintena de familias ha contribuido al fondo de emergencia, llegando a reunir un total de 12.000 euros. Y eso de momento, porque la regidora sigue tirando de agenda de contactos.
«Algunos de los donantes han pasado el confinamiento aquí y otros están en sus casas fuera de Comillas, pero todos se han mostrado igual de dispuestos a ayudar a los comillanos que se encuentren en una situación de vulnerabilidad», aclaró Noceda, orgullosa de haber tejido una importante red de amistades que según parece, arrima el hombro cuando es necesario. «Aristócratas que vienen a Comillas desde hace un siglo y quieren a los comillanos», dijo. Propietarios que desean que nada cambie. El dinero es ingresado en una cuenta municipal bajo la nomenclatura de fondo de emergencia, al que el Ayuntamiento ha destinado además una partida municipal de 20.000 euros -antes del confinamiento eran 40.000 euros pero en el pleno ordinario celebrado el pasado martes se realizó una modificación de crédito para dejarlo en la mitad, quizá contando con esta iniciativa solidaria-. Además, «todo se hace de forma legal y protocolaria y cada donante obtiene un certificado para que pueda desgravarlo en la Declaración de la Renta», declaró Noceda.
Una vez se recaude todo el dinero posible, será la trabajadora social la encargada de gestionarlo. «Se ofrecerá una cantidad determinada a aquellas familias que lo necesiten, teniendo en cuenta una serie de criterios y dependiendo de cuál sea la situación de cada una». A lo largo de los dos últimos meses, al menos tres o cuatro vecinos se han acercado a preguntar por las ayudas. «Y seguirán llegando más», pronosticó la alcaldesa. Quizá la relación de los comillanos con los madrileños continúe siendo de 'sí pero no', pero este es sin duda un punto a favor de los 'papardos'.
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