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Carmen Millán y Juan Francisco Quevedo, en la farmacia de Bielva la semana pasada. Vicente Cortabitarte
«La verdadera fuerza de las farmacias está en los pueblos pequeños»

Juan Francisco Quevedo | Farmacéutico de Bielva

«La verdadera fuerza de las farmacias está en los pueblos pequeños»

Tras cuarenta años al frente de la botica de Bielva, en el Valle del Nansa, se jubila junto a la auxiliar Carmen Millán

Vicente Cortabitarte

San Vicente de la Barquera

Lunes, 2 de diciembre 2024, 07:20

El pasado viernes el farmaceútico Juan Francisco Quevedo y la auxiliar Carmen Millán atendían por ultima vez en la farmacia de la pequeña localidad de Bielva, en el corazón del Valle del Nansa, un trabajo que han venido realizando a lo largo de cuarenta años. Se cierra así un capítulo de sus vidas que Juan inicio al salir de la facultad con el firme propósito de ofrecer desde su botica un servicio público en una zona necesitada. Deja ahora una huella en todos los vecinos que nunca han sido sus clientes, sino sus amigos.

–¿Por qué decidió dedicarse a ser farmacéutico?

–Es algo que me hacía ilusión desde niño. Veía al boticario un poco con esa relación misteriosa con la alquimia y la botánica y, posteriormente, la relación existente con la química me atrajo aún más.

–¿Y por qué la decisión de una farmacia rural?

–Por un lado, dentro de las posibilidades que existían, me pareció la que más se adecuaba a mi manera de ser y de entender la profesión desde un punto de vista más humano y con la intención de proporcionar un servicio que, en lugares como Herrerías, era muy necesario.

–¿Y la opción de Bielva?

–Recuerdo muy bien la primera vez que visité el pueblo: era el año 1985. Al contactar tanto con el alcalde, Francisco Linares, 'el Nene', una institución en el valle del Nansa, como con Luis, presidente de la Junta Vecinal de Bielva, en seguida encontré un gran apoyo, así como ánimo y aliento para que me decidiera a abrirla. Después de cuarenta años, creo que ha sido una suerte haber contribuido desde la farmacia, junto a Carmen, que siempre ha estado a mi lado, a mejorar y hacer más fácil la vida de mis vecinos. Además, me llevo en el corazón el inmenso cariño que profeso a esta hermosa tierra.

–¿Alguna vez se arrepintió de la decisión que tomó?

–La verdad es que nunca. Me ha proporcionado la oportunidad de desarrollarme profesionalmente, la satisfacción de procurar un servicio esencial y la oportunidad, hoy certeza, de haber hecho buenos amigos.

–¿Qué servicios ofrecen?

–Una atención integral que no se limita a suministrar los medicamentos sino que también nos involucramos en el devenir diario de nuestros vecinos, tanto conversando y aconsejando como haciendo un seguimiento de los tratamientos médicos.

–¿Cuál es el perfil del cliente?

–Se trata fundamentalmente de personas mayores, casi todas pensionadas y con una manera de ser muy afable que, inmediatamente, te hace sentir bien. Carmen, la auxiliar que me ha acompañado en este periplo vital, y yo siempre comentamos la bondad y la educación de todas las personas que a lo largo de tantos años hemos tenido la suerte de atender.

–¿Qué diferencia la atención en una botica urbana de una rural?

–Si te fijas, en toda la entrevista nunca he usado la palabra cliente. Esa puede ser una de las diferencias fundamentales. Para nosotros, siempre han sido vecinos, con una relación más próxima a la amistad que a ninguna otra cosa. Esa cercanía que te dan estos sitios tan pequeños es imposible encontrarla en farmacias urbanas. Es más, la verdadera fuerza de la farmacia está en estos lugares pequeños donde se da un gran servicio público con un pequeño rendimiento económico.

–¿Son viables económicamente en el mundo rural?

–Vuelvo a diferenciar otra vez. Las más pequeñas, las que damos el servicio a poblaciones inferiores a mil habitantes, prácticamente son de autoempleo, con lo cual, con el tiempo, si no se atrae a la gente al mundo rural, sí estarán en peligro de cerrar. Para que eso no ocurra es imprescindible realizar inversiones que atraigan a estos lugares a nuevas familias, a jóvenes que puedan vislumbrar un futuro prometedor.

–Desde su experiencia, ¿cómo valora el papel de la botica rural?

–Creo que ejerce un papel fundamental, máxime en estos municipios pequeños, con una población dispersa y envejecida y, además, ubicada en zonas con una difícil orografía. Hay que tener en cuenta que la mayoría de ellos dependen de terceras personas para desplazarse, sean familiares o vecinos, por lo que su movilidad está muy limitada.

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