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A Serafín Gómez se le nota indignado. Parece que las palabras se le caen de la boca, una detrás de otra: «¿Qué si es la primera vez dices? Ya quisiera. Sufro una media de 15 o 16 ataques de lobo al año, pero hoy me ... he calentado y he dicho: voy a llamar a los medios de comunicación, porque primero sucedía en el monte, pero ahora es en los prados y no aguanto más. Una potra que me han comido entera anoche y mira que sabía que los lobos estaban por la zona, porque había visto las pisadas, pero da igual si sucede lo mismo al lado de casa». A Serafín, de Ruente, los lobos -dice que al menos tres- le mataron en la madrugada de este martes una yegua en Monte Aá. Es el segundo ataque que se produce en la zona y entre ambos, apenas diez días de diferencia. Así que asegura que debe de haber una manada, «porque a la yegua no la pudo comer un solo lobo». Son doscientos kilos de animal. Un festín.
Los relatos de los ataques que protagonizan los cánidos comienzan casi siempre con una llamada. Un vecino, un amigo o un familiar que se encuentra al animal muerto y avisa al propietario. A Serafín le llamó su hermano a primera hora de este miércoles. «Me dijo que subiese al monte, que se acababa de encontrar a la potra patas arriba en la finca, carcomida, muerta, claro». Ahí empezó el ganadero a contener la rabia. Tiene más de cien animales el de Ruente, entre vacas y yeguas. Estas últimas las ha ido quitando, «porque criarlas para ver cómo te las comen después es muy desagradable». El martes a las seis de la tarde dejó algunos terneros en Monte Aá. Confiado. Pero los lobos atacaron y dejaron su rastro: una escena espeluznante. Otra más.
«Es lo que hay. Los lobos no se van a ir de esta zona, porque han visto que hay carne y los ganaderos estamos alimentando a un animal que lo único que hace es daño. Esto no puede ser. Cada dos por tres un disgusto». A este vecino el lobo ya le ha mordido a algún potro nada más nacer «en el cuello y en la nalga, porque los cánidos no comen lechuga ni manzana ¿sabes?». Siente impotencia Serafín y dice que lleva cincuenta años siendo ganadero y que los lobos le han matado muchos animales. «No sé qué hacer ¿quieren que nos vayamos? Porque yo crío a mis yeguas para luego ir viendo cómo las matan y eso solo lo sabemos nosotros, los que lo sufrimos».
El alcalde de Ruente, Jaime Díaz, también mostró ayer su indignación y preocupación por los ataques que han tenido lugar en los últimos días en su municipio. «Mientras no sean los técnicos quienes tomen las decisiones con respecto al lobo, esto no va a cambiar», expresa. Díaz acusa directamente al Gobierno de España de «hacer de este tema bandera política» y condena «la actitud del Ejecutivo central con la ganadería y el sector primario». El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico decidió incluir al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Especial Protección, lo que ha complicado la gestión de este animal en Cantabria, donde se han incrementado los ataques al ganado.
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