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Estampas típicas de Cantabria hay muchas. La panorámica desde la estación superior de Fuente Dé, la fotografía de los picos nevados desde la playa de San Vicente de la Barquera, los paisajes de los valles pasiegos... Si hubiera un 'top diez' de imágenes icónicas de la comunidad autónoma, probablemente también aparecería en él las vistas del abra del Pas y Costa Quebrada desde lo alto de La Picota. No hace falta realizar ninguna intervención en este espacio para llamar la atención de los visitantes porque la panorámica que regala ya es suficiente reclamo, pero eso no quiere decir que no existan aspectos ecológicos y ambientales que mejorar en este monte ubicado en el municipio de Piélagos, entre las localidades de Mortera y Liencres. Eso es lo que se propone hacer la Consejería de Desarrollo Rural, que está a la espera del permiso de la Comisión Regional de Ordenación del Territorio y Urbanismo (Crotu) para adjudicar la obra de restauración y recuperación de la zona, que supondrá la plantación de alrededor de 10.000 árboles de especies autóctonas.
El proyecto, que se llevará a cabo íntegramente en terrenos de titularidad pública pertenecientes a la Junta Vecinal de Liencres, tiene un coste de 360.000 euros, financiados con cargo a los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia impulsado desde el Gobierno central. De esta manera, se actuará sobre un espacio catalogado como área degradada debido al abandono que acumula una vez que, progresivamente, han ido desapareciendo los usos agrarios tradicionales. Estos usos, sumado a episodios como los incendios –el más importante tuvo lugar en 2009, pero sus efectos llegan hasta la actualidad–, han provocado importantes alteraciones del medio natural. De ahí la escasa presencia árboles más allá de algunos ejemplares aislados.
Según el proyecto en el que se basará la actuación, elaborado por la empresa pública Tragsa, la degradación identifica en La Picota es tanto paisajística como biológica. Además de la plantación de árboles, se llevarán a cabo trabajos para mejorar la resistencia del hábitats mediante la aplicación de tratamientos selvícolas, que también servirán para fortalecer el crecimiento de las especies reintroducidas. Especies que se han elegido y se distribuirán de tal forma que contribuyan a la prevención de incendios. También se han planteado labores de poda y desbroce en lugares con maleza o presencia de plumeros.
Una vez que se adjudiquen los trabajos, la empresa que se haga cargo de la actuación tendrá un plazo de nueve meses para ejecutarla teniendo en cuenta que la plantación se tiene que hacer durante los meses de septiembre y diciembre, «pudiéndose adelantar o retrasar en función de si las condiciones de estacionalidad son adecuadas».
El proyecto de restauración ecológica y recuperación de terrenos en las laderas de La Picota está acompañado de un informe de impacto arqueológico sobre los restos de estructuras militares que existen en el monte –de distintas épocas, los últimos de la Guerra Civil– y de distintos asentamientos paleolíticos y medievales. En principio, los trabajos no causarán afecciones, pero se llevarán a cabo con precauciones añadidas.
La distribución de los distintos tipos de árboles por el monte se realizará teniendo en cuenta las características diversas del espacio. Habrá hasta cuatro composiciones –no en todas ellas aparecen todas las especies– y se ha evaluado otros aspectos como la exposición a las condiciones adversas de la parte más cercana al litoral. La encina (2.700), el fresno (1.600) y el roble (880) serán las plantas más frecuentes, pero habrá otros 16 tipos (laurel, madroño, acebo, endrino o castaño, entre otros).
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