
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Boo de Piélagos tuvo ayer un agrio despertar. La estación de Feve amanecía a primera hora precintada y convertida en el escenario de una muerte. La de Carlos Cubillas, un joven de 21 años natural de Rumoroso (Polanco), que nunca regresó a casa al verse envuelto en una pelea. Al poco del triste desenlace fueron detenidos, como presuntos implicados en los hechos, dos personas de aproximadamente la misma edad, uno de 19 años y otro de 20, que desde entonces permanecen en dependencias de la Guardia Civil a la espera de pasar a disposición judicial −existe un plazo total de 72 horas para ello−. La noticia ha consternado tanto a Piélagos como a Polanco, donde el chaval era un tipo conocido, entre otros motivos por su vinculación con las escuelas deportivas municipales.
Todo ocurrió tan deprisa en Boo de Piélagos que prácticamente los hechos pasaron desapercibidos al momento. «Tengo buen dormir y yo no me he enterado de nada. Ha sido mi pareja el que me ha despertado cuando ya estaba precintando la zona la Guardia Civil −los agentes llegaron sobre las ocho−», decía una vecina que vive junto a la estación de Feve. De hecho, el levantamiento del cadáver, que se encontraba en las vías del tren junto al apeadero, se producía temprano, a eso de las nueve de la mañana. Al mismo tiempo, los agentes efectuaban las pesquisas pertinentes en la zona y casi prácticamente a la vez procedían a la detención de las dos personas que, sospechan, están vinculadas con el fallecimiento. Los tres involucrados viajaban, al parecer, juntos en el mismo tren, pero todavía no han trascendido los detalles de qué les hizo apearse en la parada de Boo de Piélagos, ni qué desencadenó la trifulca, ni si existía relación previa entre los implicados. Tampoco se sabe con certeza si la víctima murió al caer accidentalmente a las vías, donde fue encontrado su cuerpo, o si fue arrojado ahí después de morir como consecuencia de los golpes recibidos en el altercado, hipótesis, esta segunda, que baraja la Guardia Civil.
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Hay al menos dos testigos, según pudo saber este periódico, a los que se les tomó declaración. Y sobre todo quedan las manchas de sangre en el andén dirección Cabezón de la Sal (proveniente de Santander)que dibujan una brutal escena y hablan por sí solas. Aproximadamente a 18 metros de la marquesina, en un espacio de en torno a tres por cinco metros, se podía observar un reguero de salpicaduras desde las lineas amarillas que indican el fin del arcén hasta la valla que separa de la carretera. En total, los investigadores colocaron hasta 19 letreros, también amarillos, enumerando los principales focos que se observaban en la acera, en su mayoría de gotas rojas no muy grandes. El último de ellos, el 19, se localizaba en el pie del cartel que prohibe cruzar las vías y que ayer, con un rastro de sangre en este caso más considerable que el resto, contaba mucho más que eso. Relataba el rastro de la pelea. Lo que sí ha podido saber este periódico es que las heridas no estuvieron causadas por arma blanca.
Ese reguero es lo único que quedó como testigo de todo lo ocurrido una vez que se desprecintó la zona de los hechos y marchó la Guardia Civil. Justo a las 11.08 horas de la mañana llegaba el primer tren a la estación de Boo de Piélagos desde que quedará el tráfico ferroviario de ancho métrico cortado a primera hora entre Mogro y Santa Cruz de Bezana a instancias de los agentes, afectando a los trenes de Media Distancia y Cercanías de Santander a Cabezón de la Sal. Los autobuses y taxis de apoyo habilitados que se habían sucedido a lo largo de esas horas para que los pasajeros pudieran llevar a cabo sus trayectos dejaban de llegar entonces. Y la vida se reanudaba así en la localidad. Alguna residente de la zona salía a echar la carrera mañanera mientras otro de los vecinos aprovechaba para limpiar las malas hierbas del jardín. Y algunos tímidamente seguían acercándose con cuentagotas al lugar de los hechos para asomarse a las vías en busca de algo que les explicase lo que allí había ocurrido.
Y mientras en Boo de Piélagos se intentaba continuar con el día, y comenzar con el sábado, en Polanco se frenaba todo en seco cuando la noticia llegaba al municipio. Carlos Cubillas para ellos no era solo un viajero más que atravesaba la zona en su trayecto. Ahí, y sobre todo en Rumoroso, era uno de los suyos. Conocido en el pueblo, dicen en el Ayuntamiento, sobre todo por su faceta deportiva y por su naturaleza «entrañable», así lo definió la alcaldesa, Rosa Díaz, que era una de las que le vio crecer al joven y de los que ayer, con un nudo en la garganta, no encontraban palabras para contar los hechos, porque hacerlo era terminar de convertirlos en realidad.
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Ana del Castillo
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