El puente viejo de Oruña corre riesgo de colapso pero «afortunadamente, hemos llegado a tiempo»

Preguntado por este periódico, Gochicoa recordó que las obras de consolidación dieron comienzo a finales del pasado mes de diciembre, después de haber adjudicado, por la vía de emergencia, los trabajos a la empresa Tragsa por valor de unos 300.000 euros. Pero, una vez entró la maquinaria, se dieron cuenta de que los desperfectos que había ocasionado la crecida del Pas eran «superiores» a lo previsto y que el puente del siglo XVI, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), estaba sufriendo «mayor riesgo de colapso» de lo esperado. Dicho de otro modo, que podría llegar a caerse en cualquier momento.

Gochicoa habla de daños estructurales, pero no concreta los detalles, y pone de manifiesto que ha sido preciso agilizar los trámites burocráticos entre administraciones para poder cambiar el paso y actuar de inmediato para solucionar este problema sobrevenido. De hecho, durante la última semana, ha mantenido varias reuniones al respecto, una a nivel técnico para determinar cómo atajar las nuevas obras, y otra con Patrimonio para adecuarlas a los requisitos de este organismo y garantizar su conservación como BIC.

Lo cierto es que la razón de esta inestabilidad se aprecia a simple vista, como advierten incluso vecinos de la zona, si uno se fija en el bocado de una de las pilastras. Esta dentellada de grandes dimensiones la ocasionó la crecida del río el pasado mes de noviembre, pero el aumento de su tamaño ha venido después. De forma paulatina. De hecho, en las últimas semanas, se han percibido nuevos desprendimientos de piedra que caen al agua y que se quedan asomando sobre el nivel del río. Como esperando a ser percibidos; en señal de aviso.

Esta inestabilidad manifiesta radica principalmente en lo que se llevó la crecida del Pas: el tajamar -un elemento en forma de cuña que evita que la fuerza del agua golpee de lleno contra la estructura-. Con su pérdida, el puente ha ido descalzándose inevitablemente como castillo de naipes y su cimentación, resquebrajándose. Literalmente. De hecho, las grandes grietas son otra prueba de que la estructura está deteriorándose cada vez más.

Por eso, el consejero asegura que aunque el riesgo de que el puente se cayera era bastante probable, «se ha llegado a tiempo» y ahora, las labores se centran en estabilizar la estructura y coser, incluso manualmente, cada una de las grietas que han ido apareciendo. Todo ello supondrá una aportación económica adicional y «significativa», que asumirá, recalcó Gochicoa, la propia Consejería dentro de esta vía de emergencia.

Esta herida casi mortal en el puente que une Oruña y Arce era algo que ya venían advirtiendo los vecinos de la zona. Pachi, Carlos y Ramiro conocen bien la estructura. Viven cerca de ella y desde que el agua se llevó parte del puente, no lo pierden de vista ni un solo día y casi ya no hablan de otra cosa. «Yo ya advertí que se caía», comenta este último, autor de la poesía que dejó en el puente tras las inundaciones bajo la firma de R. Fuentes.

«Aquella poesía me salió del alma. Porque a mí, lo que de verdad me importa, es que el puente se proteja de una vez y se conserve», comenta Ramiro, advirtiendo la falta de mantenimiento de años atrás, mientras Carlos enseña desde su teléfono las imágenes de las grietas. «Desde el otro lado se ve la inclinación que ahora tiene el puente», advierte.

La alcaldesa de Piélagos, Verónica Samperio, que lamenta el letargo burocrático, dijo que ahora han de centrarse todos los esfuerzos «en salvar el puente», porque «es una seña de identidad de nuestro municipio».