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Cada año, el pequeño pueblo de Quijano de Piélagos, con apenas 300 habitantes, se convierte en un destino obligado para los amantes de la Navidad.
Desde hace tres años, los vecinos de Quijano se unieron en una iniciativa propuesta por Esther, una vecina recién llegada, para decorar sus hogares con temáticas navideñas específicas.
Desde fuera de casa de Ana se pueden ver las dos novedades más llamativas de este año: el tren y el árbol gigante.
La casa de Ana Michelena se ilumina todos los días a partir de las 18.30 horas.
El árbol gigante es una de las atracciones de este año en Quijano.
Detalle del tren que tanto está llamando la atención.
La idea de Esther de asignar una temática a cada casa fue acogida con entusiasmo. «Al principio éramos unas 20 casas, ahora ya somos más de 30. El pueblo está lleno de luces y decoraciones, todo hecho de forma privada», explica.
Cada esquina de la casa de Ana está ambientada en la Navidad. En esta imagen pueden ver el comedor.
Otro detalle de la casa.
Detalle de tres árboles de Navidad dorados repletos de adornos.
El pasillo de entrada simula una pastelería, con todo hecho a mano.
Cada casa está dedicada a una temática distinta. Los detalles se cuidan al máximo.
Tiovivos y trenes, foco de atención para los niños pero también para los mayores que regresan a su infancia.
Papá Noel no falta cada año a su cita en Quijano de Piélagos.
Los infinitos árboles de Navidad y las guirnaldas también tienen un gran protagonismo en el interior.
Ana Michelena lleva más de 30 años coleccionando piezas navideñas.
La casa de los soldaditos, otra de las clásicas.
La luz es protagonista en cada decoración.
anta es la gente que visita Quijano en Navidad que este año el Ayuntamiento de Piélagos ha ampliado el servicio de lanzaderas entre Renedo y Quijano con dos trenes durante las vacaciones escolares.
No falta decoración en la entrada de la vivienda.
Este año, Quijano incorpora además un árbol de los deseos, donde los visitantes pueden colgar sus mensajes navideños, y un puente mágico que, según la tradición, concede deseos si se cruza sin respirar.
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