Secciones
Servicios
Destacamos
Elena pasó la mañana de su cumpleaños con un poco de nervios en casa. Sabía que sus amigas 'algo' especial le iban a preparar para su cita vespertina en el bar El Ferial, en Gama (Bárcena de Cicero). Lo que no se podía imaginar es ... que su 102 aniversario acabaría siendo noticia en el periódico. «Se lo merece todo. Ella ha cuidado siempre de los demás y se ha hecho querer», cuenta emocionada María Jesús Cobo mientras ayuda a colocar unas luces de colores en la terraza acristalada del establecimiento. Es la artífice de la sorpresa y la 'culpable', junto con su hijo, Manu, de que la centenaria sea la merecida protagonista de estas líneas.
A las seis de la tarde, del pasado martes, Elena Viadero del Peral fue a su encuentro diario con sus compañeras de café. Llegó, como siempre, del brazo de su sobrina Mari Carmen, quien vive con ella y la cuida y mima con un encomiable cariño. Lo que vio fue a sus amigas cantándole a pleno pulmón – siguiendo el ritmo del grupo Parchís que sonaba en un móvil– el clásico 'Cumpleaños feliz'. Y es que 102 años no se cumplen todos los días. Tocaba celebrarlo con picoteo, champán y una dulce tarta de hojaldre.
Para Hortensia, Rosi, María Jesús Lezcano, María Pilar, Pilar, Mari Carmen y María Jesús Cobo, su longeva amiga es la razón para salir de casa todas las tardes. Por ella, todo y más. Fue tras la pandemia cuando empezaron a juntarse a tomar un café y a charlar. A compartir confidencias y hacer feliz un ratito a la 'abuela' de Gama. «Todos los vecinos la tratan con un cariño fuera de serie», resaltan. A la mujer le gusta, sobre todo, que la digan lo guapa que está. Y es que, por muchos años que atesore, no ha perdido ni un ápice de coquetería.
Elena nació el 16 de enero de 1922. Es del barrio de Tuebre, de Gama, de toda la vida. De familia ganadera pasó su infancia feliz en la escuela y ayudando a sus padres en el cuidado de los animales. Comenzó a trabajar de bien joven. Primero, recuerda la centenaria, estuvo sirviendo en Santander a la familia Arrate y con 18 años se fue sola a Vigo a servir a la familia Albo. «Estuve unos años hasta que tuve un problema de riñón», cuenta. Se lo tuvieron que quitar y regresó a casa con 30 años. De vuelta a Gama, trabajó en el paso nivel de Tuebre. Subiendo y bajando manualmente la barrera cada vez que le llamaban a la garita para avisar de la llegada del tren. Allí se jubiló cuando esta labor se automatizó.
En su juventud fue a las romerías del pueblo, pero «no bailaba mucho». Eran otros tiempos. «Había que recogerse pronto para ir a casa a hacer la cena». Tuvo buena mano cosiendo pantalones a conocidos y también iba andando a la huerta de la casa de sus padres, donde tenía pimientos y tomates. Pero si algo se le daba bien a la mujer es jugar a la brisca. Ganaba mucho porque llevaba su cuenta y las del resto de jugadores. «Lo de lo las cartas se ha perdido...», lamenta. Elena está soltera y no ha tenido hijos. Siempre ha estado rodeada de su familia, especialmente, de otra hermana, también soltera, con la que era «uña y carne». Fue al morir esta, cuando Mari Carmen y su marido, Tomás, dejaron Escalante, para ir a vivir con la centenaria a su piso en la zona del Ferial y así atenderla en todo lo necesario. Hasta prácticamente los 100 años fue independiente. Se contagió de covid y, partir de ahí, requirió algo más de apoyo. «Desde entonces, tiene un tratamiento de gotas. Nada más», apunta Mari Carmen, que asegura que el médico le ha dicho que la comida sana y el no tomar medicamentos contribuyen a vivir más de un siglo. «Y el chupito de guindas que bebe todos los días después de comer», revelan sus amigas, ante la reticencia de Elena a contar el secreto de una larga vida, en la que ha visto pasar la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial, la posguerra y hasta una pandemia. El vasito nunca falla.
La mujer pasa las mañanas en casa donde tras ser aseada y desayunar escucha la misa en la radio. «A veces, canta con Tomás». Otras, se duerme. Es muy religiosa. Todos los domingos va a la iglesia. «A la de las doce», dice sonriente. ·Y lo que más le gusta es cuando a la salida, los vecinos «la saludan y le dan besos». Su día a día es muy tranquilo. «A ella le gustaría hacer todo. Tiene mucha voluntad y siempre me pregunta en qué puede ayudarme», cuenta Mari Carmen. Conserva su carácter y nobleza. «Para mí es una satisfacción muy grande tenerla y cuidarla. Ella siempre ha estado para ayudar a todos. Nunca fallaba si alguien de la familia estaba enfermo. Ahora, le devolvemos ese cariño». El mejor regalo por sus 102 años.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.