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Los macrobotellones desbordan este verano a los ayuntamientos de media España. En fin de semana, la estampa se repite en municipios de Cataluña, Andalucía, ... País Vasco o Cantabria: decenas, cientos de personas reunidas para socializar y beber al aire libre, animadas por el buen tiempo, la flexibilización de las restricciones anticovid, y la capacidad de convocatoria que procuran las redes sociales.
A los cuerpos y fuerzas de seguridad, municipales, autonómicos, estatales, en ocasiones les cuesta enormemente disolver estos encuentros. Ejemplo de ello es lo ocurrido en Noja en la madrugada del sábado al domingo. Unas 2.000 personas, según la estimación de la Policía Local -600, indicó ayer la Delegación-, acabaron reunidas en un macrobotellón en la kilométrica Playa de Ris. Cuando los agentes, bien avanzada la madrugada, trataron de desalojarlas se produjeron diversos altercados: los participantes en el botellón recibieron a los agentes a gritos y arrojándoles objetos. Varios sufrieron contusiones y uno de ellos, un corte en un ojo.
La noche se saldó con cerca de cien sanciones y 18 detenidos, de entre 16 y 22 años, que han pasado a disposición judicial. Estaba previsto que ayer mismo comparecieran ante el juez. Se les acusa de desorden público y atentado contra la autoridad. Un porcentaje «muy elevado» de los arrestados, reveló ayer Ainoa Quiñones, delegada del Gobierno, procede del País Vasco. Noja y otros municipios costeros aledaños acogen en verano a residentes de la comunidad vecina.
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Quiñones ofreció en la UIMP -donde acudió junto con la ministra de Justicia, Pilar Llop- los últimos datos sobre lo ocurrido en una noche que calificó de «muy complicada» en términos de seguridad ciudadana y orden público. Las fuerzas de seguridad tuvieron que intervenir ese día en diferentes botellones. De Santoña, la Guardia Civil se trasladó a Noja a altas horas de la madrugada para atender un «problema grave». En la playa se encontraron con la enorme aglomeración de personas. Parte de ella reaccionó de forma violenta cuando los agentes trataron de poner fin al botellón. ¿Cómo? Además de lanzando objetos, destrozando mobiliario urbano, quemando contenedores e, incluso, cortando calles, reveló la delegada.
Quiñones agradeció esta «eficaz» intervención, clave para que la situación no empeorase: «Si no hubieran estado en Noja, el descontrol hubiera sido máximo».
«En lo que depende de la Delegación, la seguridad, desde luego estamos involucradísimos, pero la solución no es nada fácil». «Pondremos toda la seguridad necesaria para que entiendan que aquí, en Cantabria, por lo menos eso no se va a permitir», garantizó.
El relato de la Policía Local de Noja también apunta a una noche «brutal». Pasadas las cuatro de la madrugada, los agentes intentaron disolver el macrobotellón, y se desató entonces la violencia callejera. Era tan virulenta que dieron aviso a la Unidad de Seguridad Ciudadana de Comandancia (Usecic), que se reforzó con efectivos de otros cuarteles de la región. «Nos tiraron todo lo que se podía tirar. Volcaban los contenedores y sacaban todo lo que había dentro para lanzárnoslo: botellas, piedras, palos... Prendieron contenedores para cortar calles y realizaban llamadas falsas a los Cuerpos», indican fuentes policiales.
Uno de los agentes de servicio calcula que en hora y media recibió hasta treinta llamadas, algunas de vecinos que llegaron a sufrir «ataques de ansiedad» al ser testigos de los sucesos. «Atendimos llamadas de altercados por todo el pueblo porque realizaron actos vandálicos por muchas calles. Fue una guerra campal». La carretera principal que conduce a Ris tuvo que cortarse por la cantidad de cristales rotos desperdigados por el suelo, que más tarde retiró el personal municipal de limpieza y de obras.
Los agentes reconocen que al enfrentarse a esta situación no hay miedo sino inseguridad: «No tenemos material antidisturbios para defendernos y si te dan con una botella te matan. La seguridad ciudadana no es nuestra competencia principal, pero en los municipios hay una escasez de medios policiales gigante porque se han jubilado numerosos compañeros y no están creando plazas para sustituirlos. El cuerpo policial en Cantabria está vendido y tampoco la Guardia Civil tiene suficientes efectivos. Pedimos más plazas, buena formación y más medios si quieren que tomemos medidas en este asunto».
ainoa quiñones, delegada del gobierno en cantabria
Miguel Ángel Ruiz, Alcalde de Noja
El alcalde de Noja, Miguel Ángel Ruiz Lavín, ya eclamó el domingo a la Delegación que garantice la seguridad en el municipio. Ayer insistió en que lo ocurrido no representa a la ciudadanía de Noja; subrayó que el botellón «es un fenómeno social» a gran escala, y que su Ayuntamiento lleva tiempo reclamando «más presencia» policial. La meta es que el número de agentes esté en consonancia con la población de Noja, que en verano aumenta, algo que ha de extenderse además a otros servicios básicos, como la Sanidad. «Llevo reclamando mucho tiempo el refuerzo de la Guardia Civil», indicó Ruiz Lavín, cuyo partido, el PRC, añadió, ha llevado esta cuestión al Senado.
El alcalde, que siguió de cerca los altercados, recordó que con el fin de los cierres perimetrales el fenómeno ha crecido. Y si bien han reforzado la plantilla policial, y si bien el ocio nocturno es uno de los atractivos de Noja, «lo que no es admisible es que desemboque en estos actos». La diversión ha de entrañar «respeto a los demás».
Quiñones y Ruiz podrán hablar de todo esto en una reunión convocada para hoy. Ambos coinciden en actuar conjuntamente.
Ruiz acude con idea de que «todas las Administraciones busquemos una solución que permita no tener que pasar por esto». La delegada se expresó de forma similar: «Quiero que la ciudadanía entienda que, evidentemente, tenemos que poner una solución, pero que esta solución no es fácil» y pasa, además, por la implicación de todos los niveles administrativos.
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