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Profesionales y usuarios del centro de Amica de Santoña.
Amica adapta su nueva rutina al covid

Amica adapta su nueva rutina al covid

El centro está dividido en tres grupos burbuja y cada uno tiene una estancia asignada en la que realizan todas las actividades y talleres para limitar contactos y movimientos

Ana Cobo

Santoña

Jueves, 17 de diciembre 2020, 16:04

Si el coronavirus no hubiera irrumpido en nuestras vidas, los chicos del centro de día de Amica de Santoña habrían subido este año por sexta vez a la tablas del Liceo para representar su tradicional obra de teatro en negro. El evento es su particular forma de conmemorar el Día Europeo de la Discapacidad (3 de diciembre), demostrando que una de sus muchas capacidades es la de convertirse en actores y actrices por un día.

Este 2020 han tenido que renunciar con «mucha pena» a esta actividad tan especial, aunque son conscientes de que es la mejor decisión para evitar contagios. Aún así, no han querido quedarse de brazos cruzados y han sustituido la obra por un cuentacuentos que divulgarán de forma telemática.

Estos últimos días han estado inmersos en la elaboración de los dibujos a través de los cuales contarán la historia de 'El amor es ciego y la locura siempre le acompaña'. Un cuento del autor Mario Benedetti que habla de sentimientos, aunque prefieren no desvelar más detalles para aquellos que aún no conozcan el contenido. «Es una sorpresa», dice Belinda.

Los usuarios, junto con los profesionales del centro, se han encargado de realizar y pintar las cartulinas que irán mostrando a la cámara a medida que una voz narra el cuento. Al igual que en el teatro, los chicos solo mostrarán en la grabación los folios sin dejarse ver ellos. De esta forma, la iniciativa quedará libre de prejuicios previos. El video del cuentacuentos lo han remitido al Punto de Información Europeo (PIE) de Santoña, que lo colgará en sus redes sociales, y también se hará llegar a los colegios del municipio para que puedan verlo.

Coincidiendo con el día de la Discapacidad, Amica también se acercaba a los centros educativos de la villa para impartir a los alumnos de 1º de Primaria un taller de manualidades y dar visibilidad a sus capacidades. Esta actividad tampoco la pueden llevar a cabo presencialmente pero sí han grabado un video con la creación que han confeccionado este año. «Hemos hecho un imán con forma de pez», explica Conchi. «Es de arcilla y le hemos pintado bolitas», añade Paco. Todos los pasos del proceso los han plasmado en una secuencia de fotografías y también lo enviarán al PIE y a los colegios para darle difusión. «Como no podemos ir a las clases para enseñarles a los alumnos a realizar la manualidad, se lo vamos hacer llegar de esta forma para que se acuerden de nosotros y se animen a realizar el pez cuando puedan», explica la coordinadora, Marta Noriega y Cristina Zubieta, profesional del centro. «Nos hemos adaptado al teletrabajo».

Y es que al igual que ha ocurrido en prácticamente todos los sectores, el centro de Amica ha tenido que modificar su rutina para poder abrir sus puertas garantizando al máximo la seguridad. En esta nueva normalidad, apunta Marta, han pasado por dos fases. Una vez que se levantó el primer estado de alarma, el centro reabrió dividiendo a los usuarios en dos grupos burbujas. «Cada día venía un grupo a la sede y el día que no les tocaba acudir, los profesionales hacíamos apoyo en el entorno e íbamos con ellos a dar un paseo». Una vez que se determinó que todos los usuarios podían acudir a la vez al centro se fijó un estricto protocolo que siguen a rajatabla. Están distribuidos en tres grupos burbujas y cada uno desarrolla todas sus actividades en la estancia asignada. «En ese mismo espacio realizan las talleres, comen, descansan...», siempre bajo la supervisión de los mismos terapeutas. De esta forma, se restringen movimientos y contactos.

¿Y cómo lo llevan? «Mejor de lo que nos podíamos imaginar y mejor que nosotros», reconoce la coordinadora. «Lo están llevando bien; lo que más pena les da es no poder acercarse a todos los compañeros y se echan mucho de menos. Siempre están preguntando cuándo se va a acabar esto y van a estar todos juntos de nuevo». Ellos, sin salir de sus respectivas salas, confirman las palabras de Marta. «Es un rollo estar separados», reconoce Irene. «Y un rollo llevar la mascarilla», apunta Paco.

En el centro intentan sobrellevar esta nueva rutina de la mejor manera sin bajar ni un solo segundo la guardia. «Cada día que pasa y estamos sanos es una victoria conseguida». Hasta el momento no se ha producido ningún contagio en el centro en el que prácticamente no reciben ninguna visita del exterior. Todas las mañanas cuando los chicos llegan a la sede se les toma la temperatura y se desinfectan pies y manos. Esa desinfección se mantiene constante durante toda la jornada. «Cada vez que tocan algo se limpia y se desinfecta el baño tras cada uso para minimizar los riegos». Y las ventanas se dejan abiertas para ventilar.

El programa de actividades se ha reducido considerablemente, especialmente aquellas que hacían en espacios comunitarios junto a otros vecinos. Ahora todo es en el interior del centro. No pueden ir al albergue, ni a la piscina, ni al telecentro...Una de las cosas que más echan de menos es el ocio. «Por estas fechas lo habitual era que fuéramos a algún centro comercial a realizar las compras navideñas y después a tomar algo a algún bar». Nada de eso es ahora posible. Lo que sí hacen es salir a pasear por Santoña y preferiblemente en zonas donde no haya mucha gente. «Nuestra actividad física se centra en caminar mucho. Es algo fundamental para mantener la autonomía». De hecho, al regreso del estricto confinamiento, los profesionales les notaron que «se cansaban más, se echaban siestas y estaban como más apáticos». Por eso, intentan realizar taller dinámicos adaptados a las circunstancias. «Ahora también tiene menos responsabilidades». Entre algunas de sus tareas estaba poner la mesa, sacar los platos del lavavajillas o colgar la ropa pero tampoco es posible para extremar las precauciones.

Aún con todo se han acostumbrado a la nueva rutina y afianzado con las nueva tecnologías que ya venían usando. Contactan con los compañeros de otros centros de Amica por videollamada, ven las películas educativas de los colegios a través un enlace digital y siguen participando en el observatorio de Cocemfe de forma telemática para informar de las barreras arquitectónicas que se encuentran en el municipio. A las que ahora se han sumado las terrazas con superficies más amplias. En cuanto a las familias, aunque la preocupación en esta época es inevitable, se muestran partidarias de que los chicos acudan cada día al centro porque «ellos lo demandan y porque lo necesitan para mejorar su calidad de vida. Las ganas de traerles, pueden al miedo

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