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Son actores, expertos en manualidades y desde ayer pregoneros de lujo. Santoña nunca ha vivido un inicio de fiestas tan especial. Se sentía en la atmósfera que envolvió a la plaza de San Antonio. Una sensación mágica de que algo grande estaba ocurriendo. Porque la ... Virgen del Puerto llegó este septiembre de la mano de los chicos y chicas de la asociación Amica. De sus sonrisas. De sus palabras. De su espontaneidad. De sus capacidades.
La muchedumbre, con sus pies pegados a las baldosas, ni se imagina la estampa que atisban los que están arriba, sobre el escenario. Conchi, Jesús, Irene, Julián, Estefani, Yasmi ... abrían los ojos como platos como queriendo ver, con solo un golpe de mirada, a las miles de almas congregadas. Llegaron a las ocho, media hora antes del inicio. Algunos con camisa marinera, otros la llevaban de color blanco, y todos con pantalón vaquero y el pañuelo entre las manos.
Mientras los compases de la Banda de Cartón y Los Ronceros caldeaban al personal y los gigantes y cabezudos asustaban a los niños; los integrantes de Amica se fueron colocando en tres filas. Todo bajo la supervisión de Marta, Roberto, Cristina y Jana. Los profesionales del centro que estuvieron más que nunca a su lado. No fueron los únicos. Sobre las tablas les arroparon las autoridades municipales, presididas por el alcalde Sergio Abascal, y los representantes de peñas, grupos y colectivos locales. Enfrente, sus vecinos, amigos y familia.
La música sonaba. No dejaban de bailar, de animar. Y llegó su momento. «¡Buenas tardes, Santoña!», gritaron los pregoneros al unísono. Ángela y Paco rompieron el hielo para confesar que estaban «muy emocionados» y, a la vez, «muy nerviosos» por ser los encargados de abrir los festejos. Y es que «sabemos que si no lo hacemos bien, el año que viene salimos en las murgas». Se acordaron de sus compañeros, los que ya no están, con la certeza de que, como ellos, hubieran disfrutado mucho este día. El gentío les aplaude, se emociona.
Jesús y Adrián dan un paso adelante para contar que Amica empezó a trabajar en Santoña en 2007 y gracias al apoyo del Ayuntamiento tienen su propio centro. En la sede, «hemos conseguido sentirnos como en casa, creando una gran familia». Las puertas, dijeron, están siempre abiertas e invitaron a todos a pasarse por allí. «¡Os esperamos!», exclamaron con fuerza. Durante estos años, cogió el testigo Belinda, «hemos trabajado para ser unos vecinos más y que hoy seamos los pregoneros es la prueba de que lo hemos conseguido». Ninguno reto se les pone por delante. El de ayer lo superaron con creces.
Tiraron de humor reconociendo que saben que «a veces somos un poco más lentos en el supermercado, que armamos follón en el gimnasio, que ocupamos todo el vestuario en la piscina, que somos un poco más escandalosos por la calle». Sí, todo eso puede que sea verdad. Pero, también es cierto que «nunca nos habéis hecho sentir diferentes, siempre nos habéis tratado con respeto y con cariño». Más aplausos. Cada vez más fuertes.
Por ello, tuvieron palabras de agradecimiento para todos los que les han ayudado a demostrar lo que son capaces de hacer. «Los colegios, el periódico, los clubes deportivos, los servicios municipales...» Y, sobre todo, remarcó Estefani, «muchas gracias a todos los vecinos de Santoña que nos tratáis todos los días como a uno más».
Por eso, y por otras muchas cosas más concluyeron que «Santoña es un pueblo genial para vivir, seas quien seas y seas como seas». Eran las últimas líneas del pregón y los nervios ya habían desaparecido.
Atrapados por la alegría de ese instante único desearon felices fiestas a la multitud y entonaron tres gritos. «¡Santo subidón ser de Santoña!». «¡Viva la Virgen del Puerto!» y «¡Viva Santoña!». Les siguió el cohete, su estruendo, una marea de papelillos blancos y rojos al cielo, globos gigantes. Y todo un pueblo empezó a cantar el himno de la villa más marinera con los pañuelos en alto. Lo hicieron mirando a la gran figura de la Virgen del Puerto que presidió la plaza. Toli, que la ha creado en recuerdo de su padre, se subió a lo alto y le anudó el pañuelo. Fue la primera en lucirlo. Después hicieron lo propio vecinos. Ya olía a fiesta, las de la patrona, las que han inaugurado los chicos de Amica. Otro ¡Viva! para ellos.
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